viernes, 3 de agosto de 2018

El refugio de los canallas

Antes de leer “El refugio de los canallas”, conocía de su autor algunas pequeñas cosas escritas en el periódico. Y no me hacía ninguna gracia.
Para estropearlo más, la novela se vendía con una recomendación de F. Aramburu, que me gusta menos.
Y pocos días antes de terminar mi lectura anterior, mi recelo se tropezó con la noticia de que la novela había ganado el premio Dashiell Hammett a la mejor novela negra escrita en español, un premio al que también optaban como finalistas Diego Amexeiras, Berna González Harbour, Alicia Giménez Bartlet, o Juan Madrid.
Así que la balanza se inclinó a continuar con mi proyecto veraniego de leer a gente de “aquí”.

En la página 30 me estaba preguntando si no era hora de acabar con el proyecto. Pero, seguí.
Y acerté.

Ésta es una novela muy bien escrita, con algunas páginas de muy bella factura literaria, con personajes muy bien retratados, a los que el lector casi los ve presentes, con esa especie de “deconstrucción” del tiempo, esos saltos en la cronología, que parecen tan de moda, pero que aquí aumentan el ritmo de la narración y acentúan las intenciones del autor, agilizando su lectura.

Es, creo, una buena, buena novela.
Y no me atrevo a calificarla de “muy buena” porque el final casi lo sabemos ya desde el principio, porque al tratarse de una parte reciente de nuestra historia, aunque hecha ficción, le falta un poco de intriga.

Bas ha dicho que "El refugio de los canallas" es su "mejor novela" o "su libro menos malo" y se basa en la historia de ETA desde los años 50 del siglo pasado hasta el 2015.
"Estoy contento de la estructura. Me dio mucho trabajo. Son saltos en el tiempo adelante y atrás, capítulo a capítulo, entre 1942 y 2015. Escogí esta fórmula porque me pareció que esta historia debía contarse así, que era la manera de dar al lector una visión poliédrica y la información completa de por qué actúan los personajes del modo que lo hacen y cómo son por cómo fueron y de dónde vienen", ha explicado el autor en una entrevista a Europa Press.

Pero, no podemos desentendernos de lo que cuenta. No es una historia cualquiera, mejor o peor entramada. Como cualquier contador de historias (político, historiador o novelista) Juan Bas toma partido en los hechos. Como cualquier narración histórica (aunque sea novelada), toma partido en la historia que cuenta.
"Es una historia endogámica, mediocre, pero llena de crueldad y estupidez, sobre el odio que termina destruyendo la vida de dos generaciones", ha dicho Bas.

Y, además, ésta es una novela para hablar, más desde ella, creo, que sobre ella. No va a dejar frío al personal, supongo. Y, si no lo es ya, pienso que se convertirá pronto en lectura obligada en los “comideros” del “mundillo intelectual vasco”.

A mí me gustaría decir tres cosas:

Primero, que Juan Bas tiene mucho empeño en dejar clara su postura, su tesis, tanto como para que el más clarividente (¿y único?) de sus personajes, desde su cinismo casi absoluto diga:
“El guardia civil y el etarra eran dos fascistas de libro, de los que piensan que las patrias existen y que valen el precio de morir y matar por ellas. Ambos, estúpidos y despreciables.
“El patriotismo es el último refugio de los canallas”, escribió el certero doctor Johnson”
Por si acaso, que no nos quede ninguna duda, no sea que alguien no se entere bien.

En segundo lugar diré que me ha resultado, como historia, un mundo excesivamente “cerrado”, endogámico. No he conseguido saber si la novela tiene o no una cierta pretensión de universalizar: “esto, y sólo esto, es lo que ha habido en la historia de ETA y los GAL”. Pero si tuviera esa pretensión, me resultaría excesiva. Y, si no la tiene, me gustaría resaltar que la historia de ETA (y la de los GAL) no puede reducirse a lo aquí contado.

Y, por último, dejar claro que la historia contada (y, supongo, la vivida) es oprimente, desasosegante, vomitiva. Hasta donde alcanza mi recuerdo de la lectura sólo uno de los personajes se “salva”, de alguna manera se queda al margen (si ello es posible): la hermana de uno de los terroristas. En rara, muy rara, coincidencia con “Patria” de F. Aramburu (que tan poco me gustó).

Deberíais leerla.

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