Mi última entrada en el blog (la
anterior a ésta) ha tenido un comentario que me apetece contrastar. Como este modo
ya frecuente en las comunicaciones de la Red, consistente en tú escribes, otro
contesta, vuelves a escribir… no me gusta nada, aprovecho los privilegios que
me ofrece el ser el autor del blog, para generar una nueva entrada.
Debo decirte (creo que es mi deber,
¡qué fuerte!) un par de cosas, respetado Anónimo.
La primera de ellas es agradecerte la
intervención. Reconforta, y mucho, saber que lo que uno escribe es leído y, no
sólo leído, sino que además lleva a provocar respuestas, sean del estilo que
sean. Es decir, que hay lectores y, además, lectores críticos.
La segunda es que llevo muchos,
muchos años abogando porque lo que uno escribe lo firme. Y que lo que uno le
copia a otro aparezca claramente con la mención del copiado. Este abogar por la
no anonimidad se va haciendo más fuerte a medida que crece (¿proliferan?) el
número de posibilidades de decir cualquier cosa sin hacerse responsable de
ello.
No obstante lo dicho, comprendo y
respeto, algunas veces incluso lo deseo, la posibilidad de escribir de forma
anónima. Por las razones que fueran, que cada uno tiene las suyas. Muchas veces
he deseado (todavía hoy lo deseo) la existencia de alguna “oficina” municipal,
foral, o estatal en la que se pueda denunciar de forma anónima a ese vecino,
conocido, amiguete,… que defrauda de una u otra manera lo que, en último
término, son mis impuestos, esos con los que se paga su “jeta”.
Pero, no me parece ni mi blog ni el
comentario que haces el lugar para ser anónimo. Ojo! No me lo parece a mí,
quizás a ti sí. Por eso tiene más fuerza lo primero que te he dicho que lo
segundo.
Y si, de alguna manera, consideraba
mi deber decir todo lo anterior, y decírtelo a ti, mi respetado Anónimo, lo que
digo ahora lo hago más universal y menos deber. Me importa comentar no ya la
forma, sino el contenido de tu comentario.
Son también muchas las veces que he
pensado y dicho (para mí o para quienes me escuchaban) eso de que: “lo que está
diciendo este fulano es de cárcel. Deberían meterlo al trullo por decir
semejantes burradas…”
Son también muchas las veces que he
sabido de gentes en la cárcel por lo que pensaban y decían. Es muy larga la
lucha por la libertad de pensamiento y de palabra. Es labor prioritaria del
dictador acabar con todo pensamiento y con toda palabra que vaya en su contra.
Es muy larga la lista de muertos por haber dicho esto o aquello.
Y casi nunca la lucha ha sido del
poderoso, casi nunca las muertes han caído del bando de los poderosos, casi
nunca se ha perseguido a quien tenía el poder.
Por eso, quizás estaría de acuerdo
con lo que opinas, si previamente discutimos quién tiene el poder de sanción,
quién es quien para poder meter en la cárcel. Luego, quizás…
Aunque me inclino a pensar que ni
luego, ni quizás. Las libertades de pensamiento y de expresión deben ser, a mi
modo de ver, sagradas, intocables.
Esto es lo que pienso yo. Nada me
agradaría más que el hecho de que me dierais la posibilidad de que mi blog siga
profundizando en este asunto y en otros de semejante calado.
Leído con más atención tu anterior entrada me doy cuenta de mi error. Inicialmente creí entender que estabas en contra de lo que expresaba Hipatia cuando dice: “Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar”. Que te oponías a lo que decía Hipatia porque estabas en contra del pensamiento erróneo.
ResponderEliminarPues no. Releído lo anterior, ahora entiendo que no te opones al pensamiento erróneo, sino te opones a aquellos quienes tienen el poder de hacer realidad lo que piensan (…maldigo los pensamientos de quienes tienen el poder de hacer realidad aquello que piensan por, para y en lugar de quienes no tienen-tenemos ese poder). Pero ¿como te puedes oponer a esto’, si es a esto a lo que debemos optar todos! Debemos de tratar de hacer realidad lo que pensamos!
Claro que pones de ejemplo a personajes que actualmente todos los consideramos…, digamos que por lo menos malas personas, aunque hay que añadir que no siempre fue así. Que tuvieron muchos seguidores, mucho apoyo, y que al Trump muchos le han votado recientemente porque seguramente se identifican con sus ideas.
Yo no me opongo a poder convertir el pensamiento en realidad, que como he dicho antes creo que es en lo que debemos de esforzarnos todos. Yo me opongo a las malas ideas. Y a que esas ideas erróneas puedan ser expresadas y se diga que todas las ideas son respetables.
Claro que ahora planteas quién tiene el poder de sanción. Yo convierto esta pregunta en: ¿de dónde sale el pensamiento correcto que ahora condena a Franco, Hitler, Stalin, Trump,…? Seguramente habrá que discutirlo caso a caso, pero reafirmo que “no todas las ideas son respetables”•y según vayamos desenmascarando las que no lo son, iremos obteniendo el pensamiento correcto, condenando a personajes como los ya citados, y podremos avanzar.
Que no te quede ninguna duda. No defiendo a ninguno de esos personajes. Pero sí digo que si en su momento se hubiese dicho: “las ideas de esos personajes no son respetables y no tienen derecho a expresarlas”, no nos encontraríamos con esta historia a las espaldas