miércoles, 10 de diciembre de 2014

Limbo

“Una novela es una construcción, una aventura, una hipótesis. La verosimilitud me interesaba más que la filología; la posibilidad más que la crónica, así que me he tomado bastantes libertades”. Son palabras de Melania G. Mazzucco
Así presenta (o despide) “Limbo”. Se trata de la historia del enamoramiento de un hombre y una mujer (podrían haber sido dos mujeres o dos hombres: hubiera dado lo mismo). El tema no es nada original.

Lo que sí lo es son las historias vitales de ambos personajes, que conducen al encuentro y el amor (¿y al desamor?: no os daré ni media pista que deshaga el suspense de la novela) entre ellos.
Ella es una joven soldado italiana de misión en Afganistán, de donde volverá a casa malherida. Él… de él no os diré nada, por la razón anterior. Si lees la novela lo descubrirás al llegar a la tercera parte de ella. Ambos viven en el Limbo, no en el de la frase retórica, sino en ese que no es ni Cielo ni Infierno, ni Purgatorio.
“Limbo” es una novela hermosa, “grande” por lo inusual de la historia, bien construida, cuidada, sin que pierda el interés, salvo, quizás, en determinadas descripciones militares que, si es verdad que interesan a la construcción de la novela, a mí a veces me han resultado farragosas.
Me parece muy recomendable su lectura y pienso que las dos primeras partes son muy interesantes. Luego, el último tercio, aunque ilumina y aclara muchas de las cosas que habían sucedido antes, quizás no hacía falta. Quizás por sí sola, ella hubiera podido ser otra novela.
Así que tenéis dos por una.

Os dejo con esta maravillosa metáfora sobre la vejez: “Pero yo soy vieja, soy como la luna al amanecer, me queda poco tiempo por vivir”

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