No
estamos de suerte los lectores o no escogemos bien. Hay mucho dónde, pero no sé
si cada vez hay más gente escribiendo sin nada que decir (o muy poco) o cada
vez es más difícil encontrar quien te asesore. O quizás yo me voy haciendo más
exigente.
El caso
es que después de dejar por el camino dos novelas (“Por si se va la luz”, de
Moreno Lara y “El duelo y la fiesta” de Jenn Díaz) me tuve que decantar por ir
a lo seguro: Luis Gutiérrez Maluenda (“Putas, diamantes y cante hondo”), una de
esas novelas de detectives, donde no falta acción, intriga, mala uva, sonrisas,
guiños al lector,… De esas novelas escritas correctamente que te permiten
mantener engrasadas las pupilas a la espera de algo realmente bueno.
Eso
bueno ha llegado con “Intemperie”, de Jesús Carrasco. Si queréis enteraros un
poco más de lo que yo voy a contar aquí, vale con que leáis la contraportada
del libro y que os creáis que lo que allí escriben es verdad, que esta vez no
se trata de propaganda hueca.
Se
trata de una novela dura. Ya desde el título y haciendo honor al propio título.
Es una novela inteligente, bien escrita (muy bien) y de las que se leen en un
par de sentadas. Es, sobre todo, una novela que, por su carácter metafórico, se
convierte en enigmática, de esos enigmas que dejan mucho terreno abierto para
que el lector se la piense y vaya rellenando los huecos abiertos. Es una novela
que llama a que los lectores hablen de ella. De esas novelas que te gustaría
recorrer en una tertulia.
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