jueves, 9 de enero de 2014

Ponga un vinilo en su ignorancia


Han sido días de ruido, de aglomeraciones, de prisas, de impaciencias. Y también de familia, de amigos y de reparaciones de ordenadores (mi agradecimiento a los chinos que, por muy poco dinero, disponen de cosas tales como usb con wifi que permiten aligerar el trabajo ni os cuento).
Tiendas-tiendas, incluidas grandes superficies, gente hasta decir basta, de no poder ir con nadie al lado, sino uno tras el otro. Y muchas prisas (de otros) alrededor, de esa que se masca y que de repunte explota en episodios violentos que visto desde fuera no tienen ningún contenido que los justifique.
Y ahora tranquilidad, casi silencio, casi paz. Escribo esta entrada sentado en un banco de piedra fría de uno de los parques de Medina, en los que se oye el viento, el correr del río, el frufrú de una bolsa de plástico que llevo conmigo, algún ladrido y el roce de los pasos de quienes han salido a tomar el sol que ahora luce y calienta.
Pero me traigo algunos ruidos, ruidos indignados, que no puedo acallar porque me atañen geográfica y económicamente.
A mí no me molesta que traten la ignorancia con vinilo. Que gran titular está perdiendo la prensa del día: “ponga un poco de vinilo en su ignorancia”. Y es que tratar de evitar las radiaciones colocando vinilos que impidan su paso, no puede ser otra cosa que el arreglo que, desde una profunda ignorancia, aplican aquellos que no saben cómo educar a un montón de txabales que van cargados de terminales telefónicas móviles a un Centro ¿educativo? en el que las radiaciones que permiten su comunicabilidad son juzgadas como muy perjudiciales a su salud. Claro que esto lo dicen un grupo de educadores que no dudan en alimentar sus ipads, tabletas, móviles… y automóviles.
A mí, repito no me molesta. Lo que me fastidia es que ese arreglo se pague con MI dinero, con MIS impuestos (que ya sé que para cosas peores se utilizan)
Por ejemplo para construir edificios educativos (para los mismos educandos, aunque más jóvenes, por los mismo educadores), que cuestan más de 8 millones de euros… en un barrio con centros vacíos o semivacíos. Entre todos hemos pagado el nuevo edificio (que, además, les cae un poco a desmano -dicen) de la que llaman “Ikastola El Karmelo”. Se me ocurren muchas preguntas (y algún taco). Estas son algunas:
. ¿A quiénes les cae a desmano? Si es una Ikastola pública, será para los txabales de los alrededores. ¿o no?. ¿Ya no hay un criterio de cercanía en la posibilidad de elegir centro PÚBLICO?
- “A los del Karmelo les han hecho…” ¿Dinero público para unos cuantos que no sé muy bien quienes son o para mejorar los equipamientos del “pueblo” en general, sea cual sea su adscripción política, lingüística,…?
- Y, para acabar (no porque no me queden un montón más con semejante mala baba): ¿tendrá cabida el modelo A, si hay padres que lo pidan, mientras el modelo sea legal?.
- Bueno, la última: ¿cómo se va a “mover” el claustro, quién puede llegar a ser profesor? ¿y director?

A otras muchas “noticias” no les voy a dar eco. Las agruparé bajo el epígrafe “no entiendo”: Eurocopa en Bilbao sí o no; detenciones “masivas” de abogados de presos; basket de primera en Bilbao o no; movida en torno a una Infanta de la que todos sabemos su calidad moral (su calaña, vamos) y sobre la que he hecho una encuesta que da como resultado absoluto (100%) que no va a pasarle nada, que ni siquiera va a ir a la cárcel.

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