lunes, 20 de mayo de 2013

Reforma de la ENSEÑANZA



Parece obligado decir algo sobre la nueva “Ley de Educación”, la de Wert, o la del PP, o la de vaya usted a saber quién.
Pero me tropiezo con tres grandes dificultades: de entrada, cada día me suenan a más lejanos esos asuntos; por otro lado, todo lo que oigo (quizás estoy muy lejos de donde se dicen otras cosas) son apreciaciones políticas de la llamada “reforma”, de un signo o de otro (¿seguro que hay más de un signo?... sigamos admitiendo que sí), de un nacionalismo o de otro; y, por último, dudo mucho de la capacidad de las palabras, los pensamientos, las ideas, para cambiar algo de lo que los intereses creados de los de siempre nos va imponiendo. Cada día es más fácil y atractiva la “retirada al campo”.
Y, como no acabo de resignarme, creo que hay un par de cosas que aún puedo-debo decir.
Como muy bien decía el otro día la Letizia a propósito de la crisis (pero, ¿su lugar no eran las reuniones para tomar el té de las 5?): en esto del lenguaje hay mucho mamoneo. Comencemos, pues, por declarar que no se trata de una ley de “educación”, sino de “enseñanza”, que son dos cosas, si bien complementarias, muy distintas: a veces, opuestas.
Si fuera una ley de educación, nos importaría un comino si más religión o menos, si lengua de qué idioma, si cuántas mates, si los niveles se miden en dos o en seis reválidas,… o sea casi todo lo que se discute en los medios.
Si es una ley de enseñanza, ¡que levante la mano el que diga que no hay que pegar un gran repaso a todo el sistema! Ahora bien, los que dicen que han metido ese repaso casi con toda seguridad saben muy poco del asunto y ganan demasiado dinero como para dejarlo en manos competentes. Que empiecen por determinar (los que saben) los niveles exigibles para tener chavales preparados para enfrentarse a esa parte de la enseñanza que dirige hacia la universidad o hacia la empresa (o hacia ambas), para simplificar, y que midan los tiempos, los lugares, los momentos,… Ayudando, dejando, animando, potenciando a cada uno de los chavales, a cada centro, a cada grupo,…
Poco más puedo decir yo ya. Porque, además, ya todo lo que diga es pasado y desde fuera (aunque sea interesante). Pero, de momento, no me callaré del todo.
Así de bonito estaba el río el otro día, aunque no haga un tiempo ni soleado ni cálido:

Que no es más que la vida que va a dar en la mar.

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