miércoles, 29 de mayo de 2013

31 comas etílicos. Viva el Ibilaldi


No se cuándo se celebró el primer Ibilaldi. Bastaría una consulta (o un par de ellas) para saberlo. Si sé que la de la primera vez que fui a hoy han pasado más de 20 años.
Desde entonces vengo diciendo (y conmigo otra mucha gente o yo con ella) que esa es una fiesta en la que el alcohol corre como los ríos en deshielo. Lo he visto con mis propios ojos hace ya mucho. Y no son sólo los txabales los que beben. Aunque también ellos, muchos de ellos.
Se decía entonces, y se seguirá diciendo hoy, que eso pasa en este país en todas las fiestas, que las ikastolas no tienen la culpa, que la culpa es de la sociedad en la que vivimos y que “bueno, no es para tanto, un día es un día”.
Pues respondamos: es una fiesta –dicen- que nace de la necesidad de mejorar la educación en este país. Educación no rima con coma etílico. Dinero, probablemente sí. Si para financiar la educación acabamos con la gente más joven (acabamos es mucho), la colocamos en situaciones bastardas,… retiraos de la educación.
La culpa la tiene quien la tiene, o sea, nosotros. De ninguna manera esos señores de Madrid o París. La culpa, digo, de que 31 personas (declaradas) lleguen al coma etílico en una fiesta.

Y que esto no es un día. Ya en mis tiempos había jaia de este mundillo durante 3 ó 4 domingos más o menos seguidos. ¿Cuántos son ahora?

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