miércoles, 7 de noviembre de 2018

La tela de araña


Hace varios meses que me digo a mí mismo que “todo está ya dicho”, que cualquier cosa que escriba en este blog no es más que repetirme y repetir lo que determinada prensa publica ya sin ninguna cortapisa y con toda la claridad necesaria. Hace varios meses que mi blog sólo se alimenta de esas reseñas de novelas que dejan encendido un pequeño rescoldo de las ganas de escribir sobre tanta mentira, robo, engaño,…
Y hoy… Hoy todos los medios hablan de ese tema tan manido en la novela negra que es el de la justicia concebida como una tela de araña que atrapa a todos los insectos pequeños y a la que los grandes la rompen siempre.
¿Qué me dejan los grandes medios? ¿Hay algo que echo en falta en ellos? ¿”Está todo dicho”? La sentencia del Supremo es, sin duda,  la última (hasta ahora, que habrá más) exhibición de la araña. Ya ha conseguido lo que buscaba: la banca no tendrá que cargar con la restitución de lo que ha robado en los últimos cuatro años (ni en los anteriores, por supuesto) sólo en los impuestos de sus escrituras (ya sé que el nombre del impuesto es más complejo, pero la exactitud no es nada importante. Lo que sí es exacto es lo de “sus”, porque las escrituras son suyas, de la banca. Lo que es demostrado por el hecho de tener que pagárselas al banco si uno las quiere tener en propiedad cuando ha terminado de pagar el crédito o si uno las necesita para una venta. Pero, esto tampoco lo tengo muy claro, así que cualquiera de vosotros puede enmendarme la plana. No cambia nada sustancial).
Cierro el paréntesis y voy a lo que sí echo en falta. No he visto ninguna “traducción humana” de las grandes cifras que se han barajado. Tengo para mí que, en cuanto empiezan a hablarnos, de cantidades que exceden con mucho las que nos son habituales, nos aturrullan, cerramos la razón y la imaginación y nos entra una especie de parálisis cuya solución dejamos para los especialistas. Así que ahí va una pequeña e interesada traducción de las grandes cifras a “números humanos”.
Si restituir el dinero robado (lo demás son eufemismos) le iba a costar a la banca cinco mil millones de euros (eso dijo la ministra de Hacienda) y la cantidad media a devolver por cada hipoteca era de dos mil quinientos euros, resulta que los estafados son los clientes que han firmado nada menos que dos millones de hipotecas.
Si esto ha ocurrido en cuatro años, cada año la banca española ha robado a los clientes que han firmado quinientas mil  hipotecas (¡ay ese pobre ladronzuelo al que le piden cuatro años de cárcel por hacer robado un bocadillo!). No nos despistemos: casi mil cuatrocientos al día.
Y si en cada hipoteca, por experiencia, sabemos que suele haber implicados más de un ciudadano, si ponemos que son dos, cada día, la banca española ha robado a dos mil ochocientos ciudadanas y ciudadanos (no sea que ahora me vengan con tonterías que despistan el asunto). Léase despacio lo que sigue: la banca española ha robado a dos mil ochocientos ciudadanas y ciudadanos, un día sí y otro también, incluyendo los domingos y festivos, durante los últimos cuatro años.
Y los años anteriores, también.
Y si alguien resuelve el problema de la sentencia con una ley más clara (la ley siempre es oscura para que quepan interpretaciones), pero dice que no puede tocar lo que ya está hecho, que sepa que los grandes han roto la tela de araña por donde han querido. Ya se encargarán de no correr ellos con los gastos que se originen a partir de ahora.
No dejéis, por favor, de leer novela negra.

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