Hace varios meses que me digo a mí
mismo que “todo está ya dicho”, que cualquier cosa que escriba en este blog no es
más que repetirme y repetir lo que determinada prensa publica ya sin ninguna
cortapisa y con toda la claridad necesaria. Hace varios meses que mi blog sólo
se alimenta de esas reseñas de novelas que dejan encendido un pequeño rescoldo
de las ganas de escribir sobre tanta mentira, robo, engaño,…
Y hoy… Hoy todos los medios hablan de
ese tema tan manido en la novela negra que es el de la justicia concebida como
una tela de araña que atrapa a todos los insectos pequeños y a la que los
grandes la rompen siempre.
¿Qué me dejan los grandes medios?
¿Hay algo que echo en falta en ellos? ¿”Está todo dicho”? La sentencia del Supremo
es, sin duda, la última (hasta ahora,
que habrá más) exhibición de la araña. Ya ha conseguido lo que buscaba: la
banca no tendrá que cargar con la restitución de lo que ha robado en los
últimos cuatro años (ni en los anteriores, por supuesto) sólo en los impuestos
de sus escrituras (ya sé que el nombre del impuesto es más complejo, pero la
exactitud no es nada importante. Lo que sí es exacto es lo de “sus”, porque las escrituras son
suyas, de la banca. Lo que es demostrado por el hecho de tener que pagárselas al banco si uno las quiere tener en propiedad cuando ha terminado de pagar el crédito o si uno las necesita
para una venta. Pero, esto tampoco lo tengo muy claro, así que cualquiera
de vosotros puede enmendarme la plana. No cambia nada sustancial).
Cierro el paréntesis y voy a lo que
sí echo en falta. No he visto ninguna “traducción humana” de las grandes cifras
que se han barajado. Tengo para mí que, en cuanto empiezan a hablarnos, de
cantidades que exceden con mucho las que nos son habituales, nos aturrullan,
cerramos la razón y la imaginación y nos entra una especie de parálisis cuya
solución dejamos para los especialistas. Así que ahí va una pequeña e
interesada traducción de las grandes cifras a “números humanos”.
Si restituir el dinero robado (lo
demás son eufemismos) le iba a costar a la banca cinco mil millones de euros
(eso dijo la ministra de Hacienda) y la cantidad media a devolver por cada
hipoteca era de dos mil quinientos euros, resulta que los estafados son los
clientes que han firmado nada menos que dos millones de hipotecas.
Si esto ha ocurrido en cuatro años,
cada año la banca española ha robado a los clientes que han firmado quinientas
mil hipotecas (¡ay ese pobre ladronzuelo
al que le piden cuatro años de cárcel por hacer robado un bocadillo!). No nos
despistemos: casi mil cuatrocientos al día.
Y si en cada hipoteca, por
experiencia, sabemos que suele haber implicados más de un ciudadano, si ponemos
que son dos, cada día, la banca española ha robado a dos mil ochocientos
ciudadanas y ciudadanos (no sea que ahora me vengan con tonterías que despistan
el asunto). Léase despacio lo que sigue: la banca española ha robado a dos mil
ochocientos ciudadanas y ciudadanos, un día sí y otro también, incluyendo los
domingos y festivos, durante los últimos cuatro años.
Y los años anteriores, también.
Y si alguien resuelve el problema de
la sentencia con una ley más clara (la ley siempre es oscura para que quepan
interpretaciones), pero dice que no puede tocar lo que ya está hecho, que sepa
que los grandes han roto la tela de araña por donde han querido. Ya se
encargarán de no correr ellos con los gastos que se originen a partir de ahora.
No dejéis, por favor, de leer novela
negra.
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