Durante mucho tiempo usé "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a leer", de Luis Sepúlveda
en clase con mis alumnos para trabajar la lengua española y provocar alguna
afición por la lectura.
Acabo de leer del mismo autor "La sombra de lo que fuimos" y ésta
no podría usarla con ellos. Salvo, quizás, una hilarante escena en una
pollería, que abarca casi todo el capítulo dos. (Si no vais a leerla entera y
la tenéis a mano, gastad diez de vuestros minutos en este capítulo del que os
dejo un trozo más abajo).
"La sombra de lo que fuimos" es un
disparate literario (y político, y…) que, si no fuera porque en las últimas páginas
pierde fuelle y sorpresas (a mi juicio) sería muy recomendable. Eso sí: para
mayores de 50 años, para izquierdistas, izquierdosos y toda clase de “izquierderos”.
Y para cualquiera que en aquel tiempo simpatizara con Allende y odiara a Pinochet.
El resto abstenerse.
“Trabajaban
y ahorraban todos (está hablando de los emigrantes españoles) con la misma idea: regresar a España y abrir
un bar, esa idea era obsesiva y cuando estaba con ellos llegué a pensar que el
Cid se fue a Valencia con la intención de abrir un bar, y que si en el resto
del mundo la historia de la sociedad era la historia de la lucha de clases, en
España era la historia de los dueños de bares y los clientes, algo que se les
pasó por alto a Marx y a Engels e hizo de ellos dos filósofos bajo sospecha de
abstemia”
Sobre los desaparecidos en Chile tras
el golpe de Pinochet: “La vida se llenó
de agujeros negros y estaban en cualquier parte, alguien entraba a la estación
del metro y no salía jamás, alguien subía a un taxi y no llegaba a su casa,
alguien decía luz y se lo tragaban las sombras”.
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