jueves, 3 de septiembre de 2015

Crematorio

No hace mucho tiempo, posiblemente nI un mes, murió Rafael Chirbes, premio nacional de la crítica 2007 y 2014 y premio nacional de Narrativa 2014.
Ya hace más tiempo que yo había tenido referencias sobre él, aunque no consigo recordar de dónde las había sacado. Decían que era un gran novelista que, entre otras cosas, había escrito la mejor novela sobre los orígenes-razones-historia que llevaron a España a la crisis que todavía padecemos (“Crematorio”) y la mejor novela sobre la España en crisis (“En la orilla”)
Hace unos meses empecé a leer “En la orilla” y me quedé a medio camino. Con la fuerte sospecha de que las razones por las que la novela y yo no acabábamos de enganchar  no estaban tanto en la novela como en el tiempo que yo vivía en ese momento. Hoy aquella sospecha es casi una certeza segura.
Cuando Chirbes murió, pensé que le debía una, que tenía que leerle. Posiblemente con el sobreinflujo de lo que entonces se dijo sobre él, como novelista y como persona. Así que en cuanto se abrió un ratito en mi “agenda” me lié con “Crematorio”
Y ha merecido la pena. Es una gran novela, una grandísima novela, pesimista (¿nihilista?) como no podía ser otra cosa, dura porque no deja títere con cabeza, ni individuo ni institución, densa como pocas.
Un solo “pero”. Su lectura, en muchos momentos no es nada fácil. La dificultad proviene de la cantidad de cultura-conocimientos que exhibe y que, por momentos hace que su comprensión requiera estar más o menos empapado de historia, de arte, de literatura, de arquitectura, de economía, de filosofía y hasta de teología.
No es lectura para “matar el rato”, quizás no lo sea para estas fechas del año y haya que esperar al otoño bien entrado o al invierno. Pero es lectura para no perdérsela. De momento yo no tardaré en volver a “En la orilla”.
Os dejo tres trocitos, dos porque tienen que ver con la educación y porque con ellos solos se podría organizar un simposio, y un tercero que tiene que ver con mi pobre memoria. No está mal tomarse algunas cosas con un poco de chirigota.

“No sabemos lo que guardará la memoria. La cabrona memoria: un guardia municipal que dirige el tráfico a su antojo, que da paso a los vehículos a su arbitrio, sin tener en cuenta las necesidades circulatorias de la ciudad; o que a lo mejor se comporta con esa apariencia arbitraria precisamente para guardar un orden secreto, que desconocemos, que no somos capaces de percibir”

“Una educación exigente y de mala calidad acaba siendo una bomba de relojería”


“A M. le entraban ganas de llorar. Profesores para quienes es más importante ser brillantes que verdaderos, que inhabilitan un razonamiento que no les conviene porque descubren un error intrascendente en un dato, o en una fecha. Y aprovechan para abalanzarse como buitres. Prefieren el éxito a la verdad, pero quién no.”

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