miércoles, 5 de agosto de 2015

Tradiciones de verano

El verano, tradicionalmente, es un tiempo sin noticias. Así que este año, para no ser menos, nos contentamos con saber y hablar de este tiempo extraordinariamente caluroso que estamos padeciendo, de los emigrantes sin papeles y de poco más. Temperaturas record, como casi todos los años, que aquí “en el pueblo” no se padecen apenas porque, si a las primeras horas de la tarde no hay quien pare en la calle, por la noche refresca y “hay que echar una mantita” para dormir. Emigrantes que mueren una y otra vez, de formas repetidas, ya conocidas o de formas rocambolescas, pero que mueren más de la cuenta.
Y este verano sin noticias parece que lo van a aprovechar para colarnos de rondón los Presupuestos Generales de 2016. Cosas sin importancia, vamos. Las decisiones más determinantes del próximo “ejercicio económico”, o sea de lo que vamos a poder comprar, comer, viajar,…

El verano, tradicionalmente, es el tiempo de ir a pasar unos días al pueblo con la familia. Y este verano, por primera vez, me cabe la posibilidad de que lo hagan mis hijos. Así que el pasado fin de semana nos juntamos en casa ama y aita y su perra, el hijo mayor y sus dos perros y el pequeño con su chica y su perra. Total nada: cinco adultos humanos y cuatro perros.
Ya sé que esto es posible hacerlo en la ciudad. Pero en aquel piso, una vez entrados todos, qué hacemos, cómo nos movemos.  En el pueblo hay calle, están las eras de los vecinos o la familia, el río pasa por ahí abajo y en el piso de arriba se puede descansar “de tapadillo”. Además no importa si se mancha.
Es otro mundo.
El verano, tradicionalmente, es tiempo de leer (ya os contaré) y de escribir. Así que os dejo aquí, en la columna de la derecha, en el epígrafe de cuentos y relatos, lo último que he escrito: “bucle homicida”. Al que le interese que lo pinche y lo lea allá.

Que todo siga tradicionalmente bien a lo largo del resto del verano.

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