miércoles, 7 de diciembre de 2011

Más sobre la jubilación

Antesdeayer última (¿?) despedida de jubilación. Aunque sea de pre-jubilación. Cena agradable, una copa ruidosa ya a casa. Que habíamos madrugado y ya no resistimos demasiado. Al menos yo.
Cuando llegué a casa leí las cosas que me habían escrito en aquel monumento a la postal que me dedicaron durante la cena.
¡Qué difílcil resulta expresarse! No estamos acostumbrados a escribir, y menos a dar rienda suelta a los sentimientos. Llegamos a decir en voz alta lo que pensamos, las ideas que tenemos, pero los sentimientos que nos tienen... Menos mal que, como nos tienen ellos, son ellos los que escriben en nuestras miradas, en nuestras posturas, en nuestros silencios.
En ellos miré, escuché. Con ellos comulgué. Hacerse viejo significa también haber aprendido que hay muchas más inteligencias que la racional, que es lo que parece que se va a llevar entre los educadores la próxima década como el último de los descubrimientos. Inteligencia emocional, se llama ahora.
Desde aquí mi agradecimiento a quienes, presentes o ausentes, en aquel rato (y en otros) me dijisteis, de una manera u otra, que había merecido la pena compartir caminos, ilusiones, trabajo, durante muchos años de mi vida. Mi deseo más profundo es que os ocurra lo mismo ... aunque os falten unos añitos para llegar a semejante "madurez".
Buen puente.

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