Llevo varios días
diciéndome a mí mismo que no voy a hablar de baloncesto. Desde aquella Final
Four europea que se jugó hace esos días a “el primero que llegue a 60, gana…
porque el otro no va a llegar ni de coña”. Desde aquella Final Four oscura, aburrida,
casi insoportable, en la que sólo hubo un rayo de luz: la última canasta de
Olympiacos que entró gritando: “toma, sigue especulando”. Desde entonces llevo
sin hablar. Y ni el Gescrap va a hacerme cambiar.
Así que no hablaré de
basket. Al menos hoy, que todavía es fácil. Mañana,… Me callo, pero ya sabéis
que Fotis no me gusta, ¿verdad?
¿De qué se puede
hablar?. Pues de Hockney y el Guggenheim. Ayer era el día mundial de los
museos, lo que significaba entrada gratis. Hockney os puede gustar o no, pero
la exposición es impresionante. No deberíais perderla. Merece la pena. Y si,
además, os interesan las nuevas tecnologías, podréis observar de lo que es
capaz un i-pad. Y, si no os interesan, no tendréis más remedio que rendiros a
la evidencia. Que no será mala rendición.
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