sábado, 16 de octubre de 2021

Nada, de Carmen Laforet

 

“Nada”, escrita por Carmen Laforet, ganó la primera convocatoria del Premio Nadal en el año 1944.

Tengo que empezar diciendo que su lectura me ha dejado, en un primer momento, perplejo. He tardado mucho en reaccionar, en poner en orden algunas ideas sobre ella.

Quizás esperaba más de ella, pero no sabría decir qué.

Quizás sea lo que a mí me ha parecido escasez de emociones expresadas, lo que me ha dejado “frío”, con una cierta indiferencia.

Está muy bien escrita, tiene páginas muy bonitas, descripciones y diálogos llenos de buen hacer. Y eso, que ya lo esperaba, no me ha decepcionado. A la inversa, ha hecho su lectura más agradable, más ágil, más interesante.

Andrea llega a Barcelona desde algún pueblo y, huérfana, se encuentra con su familia: tíos y tía, abuela. Y la mujer de su tío y la criada.

Durante un año vive en una casa, en una ciudad en la que aún se sienten los resultados de una guerra reciente: incluso pasa hambre.

Pero apenas hay referencias explícitas ni a los bandos, ni a las ideologías, ni a los ejércitos, que movieron la contienda. Ningún juicio moral, aunque a la vista están algunas de sus calamitosas (y crueles) consecuencias.

Durante un año vive en una familia que tiene “semejanza con cualquier tranquila y feliz familia, envuelta en su pobreza sencilla, sin querer nada más”.

Aunque resulta fácil situar a Andrea en una familia “bien, pero venida a menos”, una familia del lado de los vencedores (aunque sus miembros no parezcan sacar mucho partido de ello).

Allí parece sentirse más espectadora de la vida real que protagonista de ella: “Poco a poco me había ido quedando ante mis propios ojos en un segundo plano de la realidad, abiertos mis sentidos sólo para la vida que bullía en el piso de la calle Aribau. Me acostumbraba a olvidarme de mi aspecto y de mis sueños.”

En una primera impresión vive en una casa-familia de la que no se llevará nada al partir.

Desde la mirada de la protagonista resultaría muy interesante analizar los tipos de mujer que aparecen en la novela, desde la mujer “liberada” a la mujer que sufre violencia de su marido, desde la mujer que sólo piensa en ella hasta la mujer volcada en sus hijos.

Sería igualmente interesante recorrer esa pequeña colección de “machos para echar a correr”. Sería interesante profundizar en los contrastes entre el grupo de universitarios que rodea a Andrea y el grupo de “artistas” en el que se ve envuelta.

A lo mejor, todo debería terminar en el contenido de estas dos frases: la primera de la protagonista y la segunda la de un personaje adulto (mujer):

“Me olvidé de mí y al fin encontré la paz”.

 “ [Pude] abrirme a los demás y encontrar así horizontes desconocidos”.

No me gustaría acabar sin recomendaros que leáis el prólogo a la última edición, escrito por la última (por ahora) premio Nadal , Nahat el Hachmi.


lunes, 11 de octubre de 2021

Lo que la marea esconde, de María Oruña

 

“Y allí estaba, todo para ella. Un crimen insoluble. Un asesinato de habitación cerrada como los de aquellas novelas de principios del siglo XX, que entretenían a los lectores jugando a imaginas cuál podía ser en realidad el límite de lo imposible. ¿Era aquel tipo de misterio al que se enfrentaba ahora Valentina? ¿Qué mundo había estado encerrado en aquella goleta la noche anterior?

Me había hecho demasiadas ilusiones: la novela no ha conseguido conmigo lo más importante que se le pide a esta clase de novelas: que haya estado empeñado en resolver el problema antes de que lo haga (que ya sabes que lo va a hacer) el propio relato, o de que no dejes de leer hasta que tu duda queda definitivamente eliminada.

Una historia de amor, en paralelo al descubrimiento del asesino, enreda la investigación, pero a mí no me parece que funcione bien.

Sí funciona mejor el análisis de los posibles asesinos y su relación con la víctima.

Y luego están esas introducciones a la acción de cada capítulo: moralizantes y fuera de lugar, de tono… No me han gustado.

Demasiadas ilusiones y pocas realidades.



domingo, 10 de octubre de 2021

Las vidas ajenas, de José Ovejero

 

“Saber no sirve de nada. La verdad no cambia la historia. El corazón humano es como un depósito de agua: una vez alcanzado el límite de su capacidad, comienza a rebosar si entra más líquido. El conocimiento ocupa lugar. La verdad, a fuerza de repetirse, anestesia. Revelar el horror sólo tiene efectos pasajeros. Porque otro horror llegará a ocupar su sitio. Lo único verdaderamente útil, justo, revolucionario, es la venganza. Las palabras se olvidan sin dejar huella.

Las heridas, por el contrario, dejan cicatrices.”

Reflexiones interesantes sobre los poderosos, sobre los que los rodean y los asisten.

Reflexiones más interesantes aún sobre los que sufren ese poder.

Y reflexiones, con el mismo interés, sobre lo que puede ocurrir cuando ambos se encuentran.

Parecía, el asunto de la novela, un tema muy manido, muy trillado ya en la novela negra. En su primera parte era fácil pensar: “demasiados tópicos”.

Pero, luego pega tal giro el relato que parece empezar uno nuevo, otro distinto. Y, de no ser por alguna referencia velada, podría pensarse que hemos cambiado de novela

Luego, como ya habías sospechado, ambos relatan se encuentran. Allí donde más o menos tú ya lo habías supuesto. Pero, no te preocupes: le quedan varias vueltas más.

De lectura ágil y amena, con muchos rasgos de un humor fino, inteligente y burlón, poco importa que suceda en Bruselas.