El pasado fin de semana,
en algún lugar de la prensa, no sé muy bien dónde, me he tropezado con la
noticia de que los suizos van a decidir en referéndum si se gastan o no una
porrada de millones de euros en la compra de aviones de guerra.
“¡¡Qué
tiempos!!, ¡que todavía a estas alturas haya que preguntarse por semejantes
cosas!” – me dije a mí mismo.
Luego sentí un poco de
envidia. No sé si el referéndum será “limpio”, si la ciudadanía estará “manejada”,
si hay más intereses que los que a primera vista aparecen, si la noticia será
de fiar, si… Pero es evidente que hay un régimen político – al menos uno- que
se ha dado a sí mismo (los ciudadanos se han dado a sí mismos) el instrumento
necesario para tomar decisiones democráticas, es decir, entre todos. ¡Qué
envidia! Y qué desidia la nuestra.
Mientras, ando huyendo
de los discursos de la sra. Valenciano y del sr. Cañete. Ya me sé lo que dicen
y redicen: ella cuenta lo mal que lo están haciendo los otros; él lo peor que
lo hicieron ellos hace unos pocos años.
Y si, por casualidad, se
salen del discurso para decirnos algo concreto de lo que van a hacer, entonces
no les creo. Porque llevan una gran mochila de mentiras a la espalda.
Quizás esta vez –de nuevo-
no quede más remedio que “tirar” del voto testimonial. O de la más testimonial
abstención.
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