El río ayer por la
tarde (escribo el sábado) estaba más bonito que lo que parece en las fotos. Y
el agua, curiosamente, muy poco fría. Para bañarse.
Hoy comienza a
calentarse el otoño, antes de que haya llegado. Por un lado, las noticias sobre
las pensiones. El Gobierno ya ha decidido y, luego, llama al diálogo. Mal
asunto. No sé cuánto poder adquisitivo voy a perder. De momento donde me pierdo
es en los números y las declaraciones de unos y otros, pero algo me tocará
perder (como a todas las personas honradas).
Y por otro lado,
tambores de huelga en la educación concertada. O sea, en la que me pagaba hasta
hace unos meses. Recuerdo muy bien todavía el coste de cada día de huelga. Para
el huelguista, claro. Rondaba los 200 euros. Ninguna tontería. Nunca he sabido
el coste económico que ese día podía tener para la patronal. Perdía prestigio,
decían. Quizás eso se traducía en pérdida de alumnos, pensaba alguno. Largo me
lo fiais, Sancho.
El caso es que no
es ninguna nadería. Yo ya no estoy “en el ajo” y de ninguna manera me permitiré
“dar un consejo”. Lo único que puedo hacer es ofreceros mi apoyo y mandaros un
abrazo.
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