Hubo una época en mi vida en la que leí bastante
ciencia ficción (s-f). Eran los tiempos de Asimov, de Bradbury, de Philip K.
Dick y sus androides y ovejas eléctricas (“Blade Runner”, en el cine) de Arthur
Clarke, Aldous Huxley, Orwell, H.G. Wells, y algunos otros.
Creo que la literatura no hay otro género que se
aproxime tanto a la novela negra como la s-f. La s-f es otra manera de encarar
los problemas de la actualidad y algunos temas de hondo calado filosófico.
Sobre todo, dos grandes temas: el de los universos
paralelos y el del tiempo.
Ahora, en este mismo instante, mientras escribo esta
entrada de mi blog, ¿me encuentro en el único mundo “real”?; ¿no hay más
realidad que ésta? o ¿quizás existen “dimensiones paralelas” en las que yo
mismo estoy viviendo otras vidas reales?; ¿sueño cuando digo que estoy soñando,
o estoy escribiendo en un sueño del que despertaré y que me abandonará en ese
momento?
Y el tiempo, ¿es lineal o circular?, ¿puedo volver
al pasado y cambiarlo para hacer que sea distinto este presente desde el que
vuelvo?; ¿cuando lo haya cambiado, llegaré a una realidad desde la que no sea
posible el retorno al pasado?. (Es el tema de Robocop?)
Haruki Murakami me ha llevado otra vez al recuerdo de todos
estos temas. Creo que “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”
es una historia fundamentalmente de s-f, una historia (¿o dos?) que se sigue
con interés, que está narrada con un estilo propio de las novelas de aventuras,
que engancha y que, por momentos, fascina.
Entiendo que no es una novela para “leer en el metro”.
Puedo decir, sin rubor, que yo ya la dejé (seguro que porque se me caía de las
manos) en una ocasión y que esta era la segunda vez que le hincaba el diente.
Es una novela larga y, a veces, difícil. Allí donde
quiere explicar “científicamente” la ficción (como toda novela de s-f) se
vuelve complicada y, supongo, discutible. Pero esa es la parte menos
importante. Siempre lo ha sido, desde un punto de vista literario. No importa
nada a la historia, si ese proceso científico es posible o no.
Os incluyo estos textos que no son míos, pero me
parecen interesantes de leer.
Tomado de la solapa:
“Novela
aderezada con imaginativas tramas y personajes excéntricos, destila un lirismo
contenido y un sutil sentido del humor. […] Combina cyberpunk, novela negra,
relato fantástico y reflexión moral a un ritmo trepidante, para devolvernos a
un mundo de desolación, ternura e identidades ambiguas”.
Algunos textos entresacados de la novela:
“Recuerda
bien lo que voy a decirte: lo que puedan enseñarte los demás acaba en sí mismo,
lo que aprendes por tu propia cuenta forma parte de ti”
Qué metáfora para hablar de esos momentos en los que
repetimos, por moda, situaciones del pasado (por ejemplo, esta vuelta a la
iconografía del Ché)
“En aquella
época, todo el mundo llevaba el pelo largo, los zapatos sucios, escuchaba rock
psicodélico, llevaba una chaqueta de combate del ejército americano con el
signo de la paz pegado a la espalda y se creía Peter Fonda. Vamos, una historia
tan antigua que parecía que los dinosaurios fueran a aparecer en ella de un
momento a otro”
“Tras
devolverme el cambio, el dueño siguió desmontando la batidora. Había un montón
de tornillos, clasificados por tamaños, en unos pulcros platitos de color
blanco. Allí colocados, los tornillos negros parecían realmente felices.
[…] Di
vueltas a la idea de por qué los tornillos parecían tan felices dentro de los
platitos. Quizás fuese porque habían dejado de formar parte de la batidora y
habían recobrado su independencia como tornillos. O quizás fuese porque
consideraban que, con aquellos platitos blancos, les había tocado en suerte un
lugar magnífico. En todo caso, era muy agradable contemplar la felicidad
ajena”.
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