Los que me habéis
oído hablar del tema alguna vez, sabéis de mi enorme relativización de la importancia de las faltas de ortografía. Los que habéis trabajado conmigo (o sufrido sobre
vosotros mi trabajo) podéis dar fe del poco valor que le he dado en mi vida de
docente a la enseñanza de la ortografía.
De la ortografía,
muy conscientemente, sólo me han preocupado tres cosas: las repetidas faltas
denotan habitualmente un gran déficit de atención en lo que uno hace. Por eso
nunca admití faltas en un texto que se estaba copiando. Las repetidas faltas de
ortografía son, generalmente, señal inequívoca de que se lee muy poco. Por eso
nunca me peleaba directamente contra las faltas, sino de forma indirecta,
intentando potenciar la lectura (y daba buen resultado). Y, por último, sólo
hay unas faltas de ortografía que importan y son aquellas que nos hacen
escribir una palabra “homófona” (que suena igual, pero de muy diferente
sentido: hola y ola).
Pero, lo que clama
al cielo, lo que me hace gritar desde este blog es el encontrarme el sábado
pasado con una enorme REVELACIÓN, en lugar de la debida REBELDÍA, nada menos
que en el suplemento CULTURAL, del periódico de mayor tirada aquí (El Correo),
y con letras de buen tamaño. Decía así: “Aurelio
Arteta Escritor. Se revela (!!!!) en su segundo libro sobre tópicos contra
los que esconden actitudes…”
INSOPORTABLE (¿conclusión de lo anterior o título de lo
siguiente?)
El mismo día que el
FMI aconsejaba rebajar el sueldo a todos los trabajadores en un 10% (¿nos
libramos los pensionistas?), el periódico informaba de que Francisco González,
presidente del BBVA cobró un 10% menos que el año pasado. En el primer semestre
del año había cobrado 1´77 millones de euros. SOLO (o sea, él sólo, sin contar
el sueldo de nadie más). Para los que os sentís mareados por los números en
cuanto llegan a cinco cifras: en un mes cualquiera había ganado mi pensión (y tu sueldo, no te
chulees) de 10 años, sí, repito, 10 años, un mes, 10 años…
Me va a parecer más
bien “título de lo siguiente”.
Hoy paseo nublado,
sin calor, fresquito. Rafael Amor me ha puesto la carne de gallina. Una vez
más.
También es suyo
esto:
“A mí no es que no me guste el trabajo. El trabajo
me gusta. Lo que ocurre es que no es bueno darse todos los gustos”.
Y esto:
“Feliz, feliz,… Yo creo que el hombre más feliz del
mundo es el papa. Sí, porque es el único que se levanta y encuentra a su jefe
crucificado”.
Que sigue siendo
verano.
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