La mañana se pasa entre preparativos: tortillas,
pimientos, pollo, postres, bebidas, ropas, gorras y hasta cremas solares.
Cuando llego, en la ermita se ha paseado ya a la
santa y se celebra misa con el aforo completo.
Los menos dados al fervor religioso comienzan con
las cervezas, los vinos y los aperitivos que pueden encontrar en un bar
improvisado para la ocasión, que también llenará su aforo en cuanto salgan los
fieles.
Un coro acompañado de guitarras pone la nota
pintoresca y poco después la campa se llena de música, interpretado por un
solista a los teclados (¿qué fue de aquellas orquestinas?).
Esta vez la ermita no se cierra y sus haberes
adquieren un tinte social, cuando sus bancos contribuyen a componer una larga
mesa en la que cuatro generaciones comparten la comida.
No nos ha tocado la cesta que se rifaba.
Después de comer cada generación irá a lo suyo. Las
dos más viejas rinden culto a Santa Baraja: ellas a la brisca, ellos al mus. La
más joven se reparte entre quienes garabatean sus pinturas y quienes son
pasadas de mano en mano. Alguno de sus miembros corretea bajo miradas atentas
sin la seguridad plena de que ya no se caerán. La generación intermedia sestea,
saca humo a sus móviles, o simplemente, parlotea y descansa.
La música vuelve a llenar la campa y esta vez logra
un poco más de éxito (poco) en su invitación al baile.
Con el sol aún dominando el cielo, porque los días
son ahora muy largos, llega el momento de la recogida de bártulos y de la
retirada.
Algunos aún se citan para un poco más tarde con el
fin de acabar en merienda lo que no se consumió en almuerzo.
El primer domingo de julio del 2014 está un poco más
cerca. La ermita de Santa Isabel seguirá en el mismo alto. Sus campas, casi
seguro, volverán a vivir el encuentro alegre de ¿los mismos? Son la mejor
vacuna contra los agoreros que anuncian el fin del mundo.
Me ha encantado tu entrada Andres. Has descrito a la perfecion esos veranos de pueblo con su fiesta. Incluso puedo decir que me ha entrado morriña de esos veranos diferentes como tulos llamas. Un saludo y disfrutad cada segundo. Un besazo. Laura Diez
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