En Medina hay un “club de lectura”. Tenía yo muchas
ganas de ir y esta semana, por fin, he podido hacerlo. En principio tiene muy
poco que ver con la tertulia literaria de Bilbao, salvo que las ganas de charlar
son muy similares. ¡Cómo nos gusta la cháchara! A algunos, claro está, más que
a otros.
Me ha hecho recordar que lo primero que monté en la
EPO cuando llegué fue un “equipo de filosofía… de café”. Los que nos juntábamos
(que lo hacíamos) charlábamos sobre cualquier tema, sabiendo siempre que lo que
allí se decía no nos comprometía a nadie ni a nada.
Volviendo al club, para cuando me he querido dar
cuenta ya habían hablado de la guerra, de la violencia, de cómo nos manejan, de
la mili, de los yanquis, de los “mártires de Alá”… Luego, ya conmigo plenamente
integrado en la charla (no he aguantado mucho sin hablar) ha salido el
gobierno, la política, el aturdimiento-pasividad general de los ciudadanos, las
manifas, las nucleares, Garoña, el cole,
Wert, los políticos,… La novela (no entera) de Stephan Zweig, que habíamos leído
(escrita en 1938) daba igual. Todos los temas estaban allí, aunque os aseguro
que os costará encontrarlos. Si queréis probar, la novela se titula “La
impaciencia del corazón”.
No podré terminarla con ellos porque los martes (que
es cuando se juntan) me debo a mi
compromiso con Gorabide en Bilbao, pero ha sido un grato nuy gratificante. E
interesante.
Al final, y aún a riesgo de hacerles decir más de lo
que ellos mismos han dicho, parece muy claro que son muchas las voces de
quienes pedimos un cambio profundo en el sistema de representación política. En
eso habría que trabajar.
¿También los jubilados?
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