¿Aprobamos (en nuestro fuero interno,
claro)que la mejor forma de librarnos de los proxenetas, los violadores de
niños, o los maltratadores de mujeres sería eliminarlos, acabar con ellos?
¿Deseamos una muerte dura, dolorosa y
fruto de la tortura para quien ha prostituido a mi hija, ha violado a mi niño o
ha maltratado y abusado de la mujer que amo?
Y, por consiguiente, ¿apostamos por
la existencia de un cuerpo socialmente constituido, aprobado y mantenido, que
nos libre de semejantes monstruos, aniquilándolos?
O, en su defecto, ¿nos gustaría
contar con la colaboración activa de algún superhéroe vengador, de algún
personaje, tierno y duro a la vez, invencible por los “malos”, capaz de
cualquier violencia que nos saque las castañas del fuego?
Y, si fuéramos uno de esos
superhéroes, o uno de los violados, abusados, prostituidos, y estuviéramos
inmersos en la tarea de matar a quien lo hizo, ¿cuáles serían nuestros
sentimientos, nuestras reflexiones?
“- Los
malos sobreviven y nos ganan porque no respetan ningún código ético, porque
hacen trampas, porque engañan y se saltan todas las reglas. […] Le diste a
aquel hijo de puta lo que se merecía porque sabías que la Justicia nunca sería
lo bastante justa con él.”
De eso va “La violencia justa”, de
Andreu Martín.
Os hacéis una idea de que es novela
para adultos.
Por su puesto hay una violencia
justa. A estas alturas del partido, ya está muy claro: derrocar al dictador,
desarmar al que va a disparar contra inocentes, ¿torturar al terrorista hasta
que confiese dónde va a estallar la siguiente bomba?
La novela es dura y escabrosa a
veces.
¿Tomarte la justicia por tu mano?
“- Siglos
de civilización nos han enseñado que la venganza no acaba con los violentos.
Que tenemos que respetarlos, que tienen derecho a un abogado defensor, que
tienen derecho a mentir para defenderse, y a someterse a un juicio imparcial
donde el juez pueda fallar a su favor.
-Nos han
castrado […] No han hecho inútiles, unos eunucos, cobardes, indefensos. Nos han
desarmado. El animal que llevamos dentro […]es tan sabio como la sabia
naturaleza, mucho más sabio que los filósofos, que los legisladores, los jueces
y los políticos”
Recuerdo muy poco de mi iniciación en
la novela negra. Probablemente no sería capaz de daros muchos títulos de aquel
inicio, pero sí algunos nombres que me engancharon para la causa: Hammett, Chandler,
Himes, Higsmith, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, y
Vázquez Montalbán. Junto a ellos se alineaban Jordi Sierra i Fabra y Andreu
Martin.
Así que no pude resistirme, cuando
supe que este último, a sus 68 años (¿se debería haber jubilado ya? – me pregunté),
había recibido el premio RBA del 2017.
Esta novela no os defraudará. A
veces, quizás se os haga un poco excesiva. Pero no defraudaría ni a los
lectores de bestsellers, ni a los de novela romántica. Cuánto menos a vosotros,
amantes de la novela negra, quizás hoy diría mejor del thriller.
Os comento, para quien le interese,
que en el otro lado de la balanza debo colocar hoy “Quédate este día y esta
noche conmigo “, de Belén Gopegui. Es una autora que me gusta, pero esta
novela, que no he acabado, me parece más bien un ensayo filosófico, con Google
como receptor-interlocutor. Tanto que a punto he estado de coger papel y boli
para tomar apuntes y tratar así de entender de qué iba.
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