Siempre
resulta agradable, interesante y aleccionador lee a Petros Márkaris. Esta vez
también.
Pero
“OffShore” no pasará a la historia como una de sus mejores novelas. Está
naciendo en mí la sospecha de que con Petros Márkaris nos va a pasar un poco
como con Camilleri: que el tiempo no pasa en vano… y es muy fácil que los
autores se “ablanden”. Ojalá me equivoque.
En
“OffShore” la crisis parece haber quedado atrás. Jaritos se debate en la
tensión de creer que es así, y regocijarse de que la situación (la suya, la de su
familia, la de sus conciudadanos) esté empezando a mejorar rápidamente, y la
duda de que no estén ante el mismo espejismo que no hace mucho dio lugar a la
mayor crisis por la que los griegos han tenido que pasar.
Y
eso se traduce en una pregunta continua: ¿de dónde viene el dinero, que está solucionándolo
todo?.
Posiblemente,
Márkaris se retrata con absoluta fidelidad en su personaje.
En
ese contexto, se desarrolla el ejercicio profesional de Jaritos: tres
asesinatos a resolver. Que tampoco importan mucho en sí mismos, que sirven para
fundamentar esa pregunta por el origen del dinero salvador.
Offshore
se le muy fácil, como todas las novelas de P. Márkaris, y es, posiblemente, la
más “familiar” de ellas: uno de cada dos capítulos, aproximadamente, tienen
lugar en el seno de la familia. Y las preocupaciones, alegrías, esperanzas,
temores de Jaritos giran, más que nunca en torno a ella.
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