“El
padre de Blancanieves” es una novela difícil. A veces, las explicaciones
científicas son excesivamente prolijas y dificultan su lectura.
También
es difícil porque maneja una gran cantidad de “cultura política y sociológica”:
por allí aparecen anarquismo, marxismo, capitalismo, comunismo, democracia,
ecología, asambleísmo,… Complicado.
“El
padre de Blancanieves” es una novela dura. Creo que es una novela abierta a la
esperanza, a la posibilidad de que las acciones individuales llevadas a cabo en el seno de una colectividad
“revolucionaria” conduzcan a un mundo más habitable. Pero sólo lo creo. Es tan
duro el entorno de esa esperanza (es tan real, habría que añadir, en la vida
real), está expresado con tal claridad y radicalidad, que hasta resulta difícil
saber de qué lado se coloca la novela. Si es que llega a colocarse de alguno
(que quizás no importa).
En “el
padre de Blancanieves” Belén Gopegui cuenta el interesantísimo periplo de
Manuela, una profesora de secundaria, durante unos pocos meses. Pero, no es
menos interesante la figura de su marido, Enrique, “el padre de Blancanieves”
ese que nunca aparece en el cuento, pero que siempre estuvo allí.
Y luego
están sus tres hijos: de diferentes edades, estudios, posturas ante la vida,
peso familiar,… A ellos les acompañan unos cuantos jóvenes luchadores,
¿ecologistas?, que nos ayudan a ver distintos tipos de familias, tanto de
origen como de propia construcción, distintos problemas sociales, políticos,
familiares, sicológicos, sexuales, económicos,…
Una
gran riqueza de mundo, de entorno para una anécdota escasa. Y (uno de vez en
cuando lee estas tonterías) sin que yo haya detectado la aparición de un solo
cigarrillo. A pesar de las asambleas, las cafeterías, los encuentros, las
sobremesas,… ¡Curioso! Nada más que curioso.
Últimamente
estoy descubriendo que hay muchas novelas sólo para adultos. Esta es una de
ellas. Hipocondriacos, neuróticos, gente propensa al desánimo, inmaduros no
críticos, faltos de criterio, y demás individuos altamente impresionables,
absteneos de leerla.
Los que
busquéis un relato con acción, buenos y malos, paisajes y tiempos climatológico
o cronológico, podéis pasar de largo también.
Ahora
bien, a los que os guste leer lo bien escrito, lo que casi se lee de tirón, sin
aire para respirar, los que queráis pensar, discutir con vosotros mismos o con
el de al lado, tenéis que saber que hay novelas que dan para un seminario
literario, social, político y sicológico. Esta es una de ellas. Vosotros no os
la perdáis.
Novelón.
La
novela está llena de aciertos literarios, poéticos (si son distintos),
sociales, psicológicos: os dejo alguna muestra para abrir boca.
“Hasta
ahora los trabajadores siempre han acudido a su posibilidad de no trabajar, la
huelga, la idea de que sin ellos todo se paraba.
Pero
qué huelga va a hacer mi madre si se llevan su empresa.”
“Ella
asume que su vida no está pensada, ni echada como la suerte. Tú dices que
habrías preferido la estabilidad. Pero el mundo se mueve, Enrique, y eso no es
culpa tuya ni mía”
“Un
hombre sentado en el salón que, sin hacer nada, ve caer la última luz de la
tarde parece un animal desconocido”.
“¿Por
qué la referencia tiene que ser la perfección y no la vida? La perfección puede
ser una posibilidad más, un dato más, pero no la referencia”
“Los
militantes también deambulan, se desorientan y, ciertos días, anhelan irse de
vacaciones de sí mismos”.
“Llamaron
a lo que harían tratar de deshacer el reflejo condicionado, ese reflejo según
el cual lo dominante se percibía como probable y aún como lógico; debido a ese
reflejo condicionado no se percibía como amenaza la permanencia de un orden
basado en el daño sino, absurdamente, el intento de modificar ese orden.”
“Y las
cosas firmes no tienen cintura: se parten en dos.”
“Aquí,
al margen de Benidorm, acaso nos aguarde un futuro de viejos y de viejas
serenamente combativos. […] A esta edad (70 años) abriré algunas carpetas que
no he de terminar pero espero que las terminen otros.
Madurar
quizá consista en comprender que no es una quien ha de poner la firma al cuadro
o cerrar el local y apagar la luz. Y ahora, cuando se que hay cosas que no voy
a terminar nunca, rompo el reloj de arena, hago añicos el bulbo de cristal y mi
arena ya no es mía sino parte de una playa. No se trata de liarme la manta a la
cabeza.
Simplemente
continúo”.
Y mañana, además de fin de semana, Junio. Pronto las vacaciones. El sol y el verano y el calorcillo ya veremos cuándo.
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