domingo, 5 de junio de 2016

Monasterio

Algunas veces me ocurre que leo una novela con la sensación de que se me está escapando entre los dedos. Que debajo de las palabras hay mucha “metralla”, “cargas de profundidad” que no alcanzo a percibir, o que no alcanzan a pegar en su blanco.

Y, cuando la termino, me digo a mí mismo que o porque no era el momento, o porque yo no estaba atento, o porque yo estaba en “otras cosas”, o porque… , se me ha esfumado, me he quedado sin ella.
Es lo que me ha ocurrido con “Monasterio” del guatemalteco (¡qué bien suena la palabra!) Eduardo Halfon.
Así que, como se trata de una novela muy corta (72 páginas en mi edición), me la he vuelto a leer. Y vaya si había profundidad. Como si no quiere la cosa, pero os podéis tropezar con el problema de los judíos y su peregrinaje, la familia, la lejanía-maldad del otro (el árabe en este caso), la ridiculez del ultraconservadurismo, los nacionalismos, los muros de todas clases, y, por encima de todo, el problema de la identidad personal. Vaya si había.

Por si no la leéis, os dejo esta cita:

“Se me ocurrió […] que ese discurso del judaísmo llevado en la sangre, que ese discurso del judaísmo no como religión sino como genética, sonaba igual al discurso de Hitler.

Hay pensamientos que brincan oscuros, viscosos, como ranitas”.

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