Bajo un título tan cursi (“Los
nombres del amor”), que nada tiene que ver con el original (“Les noms des gens”),
se esconde una película más que agradable.
Con momentos cercanos a la carcajada, con un humor nada zafio y sí
inteligente, podemos encontrar un film interesante, con planteamientos sociales
y políticos dignos de ser pensados y repensados varias veces.
La película es un canto a la
bastardía. No se si exactamente la traducción “bastardo” dice todo lo que
quiere significar el término en francés. Pero, en esa lengua, se entiende por “bastardo”
a aquel que ha nacido de padres cuya unión no es reconocida por la ley o aquel
que no es de una raza pura. “Cuando todos seamos bastardos, el mundo vivirá en
paz” dice la prota.
Con una técnica correcta, sin
alardes innecesarios, prima la historia, el relato de un encuentro entre dos
personas muy diferentes, demasiado diferentes. Y la historia es realmente
bonita y atrayente. Es una historia disparatada (¿?), porque lleva a la
exacerbación el slogan del mayo parisino: “Haz el amor (o sea, folla), no la
guerra”.
Id a verla antes de que suba el
IVA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario