Suenan los
truenos y empiezan a caer las primeras gotas, que quizás no sean más de cuatro,
pero anuncian el final de los calores que hemos pasado y el “descanso” del
otoño. Que en verano es mucho el ajetreo y, si llueve, no tendremos más remedio
que quedarnos en casa (los que podemos) y dedicarnos al puzle.
Claro que si
tuviéramos otra casa…, igual podíamos hacer más cosas y nos quedábamos dentro
sin esperar a que la lluvia nos meta. Una casa, por ejemplo, tipo a la de Pili
Zabala.
Por supuesto
lo primero que digo con absoluta claridad y sin retranca alguna es que tiene
todo el derecho del mundo a tener una casa unifamiliar en Zarauz, con un valor
superior al millón de euros. Es su dinero, además fruto de su desgracia, y de
lo suyo gasta.
Pero,
después de decir eso, se me ocurren – me asaltan – un montón de preguntas. Sólo
dejaré una: ¿tenía que proponer Podemos como cabeza de cartel a alguien que
vive en y entre realidades tan alejadas de quienes pueden ser su sustrato
electoral?.
Bueno,
dejadme que suelte una segunda pregunta: ¿no había en Podemos, en una formación
en la que no caben (dicen) los personalismos, nadie más, alguien menos
significado, alguien más cercano ya a primera vista, alguien que viva en “mi”
barrio?
Supongo que
no es preciso ahondar en mi pensamiento, que es claro que no tengo ninguna
crítica a la vida privada de Pili Zabala, que mis cuestiones se dirigen a
Podemos, que son ellos quienes deben dar respuesta. Que no es P.Z. la que debe
explicar a los ciudadanos dónde vive,
cómo y por qué. Que es el grupo político que la ha colocado como candidata a
lehendakari quien debe responder a las cuestiones anteriores.
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