Laidlaw, Jack Laidlaw, es un detective raro. ¿Cómo
todos los detectives? Quizás, pero éste es más raro aún, más extraño.
Diferente. Y además bebe Glenfiddich.
“Lo más
cierto de Laidlaw era su duda. Todo acababa en eso, incluso su firmeza".
“Laidlaw”, del escocés William McIlvanney, es una
gran novela negra. Con todos los ingredientes del género: asesinato con
violación, policías “normales”, pícaros, mafiosos , una ciudad “negra”, un
detective “raro” con aprendiz, problemas de adaptación al medio social, laboral
y familiar, la religión y la palmítica como trasfondo, referencias musicales o
literarias,…
“Laidlaw” es una lectura aconsejable de la que os
dejo estas breves “perlas”:
“- Quiero
decir que si todo el mundo despertara mañana y sacara la valentía de sus dudas,
y no de sus convicciones, tendríamos aquí una nueva era”.
“Estaba
pensando, no por primera vez, cómo un determinado contexto hace que se llegue a
una definición. Las discusiones crean una seguridad que uno ignora tener. Al
quedarse solo consigo mismo lo invadieron las dudas.”
“- ¿Es
verdad que fracasaste en la universidad? – le preguntó.
[...]
- No. La
universidad fracasó conmigo.
- ¿Cómo?
- Son
necesarias hectáreas de fértil ignorancia para llegar a ese lugar. Y comenzaron
a derramar ideas preconcebidas por todas partes. Como unas cuarenta toneladas
de hormigón. No, gracias. Me retiré antes de que se solidificaran.”
“- ¿Qué hay
más siniestro que la respetabilidad?”
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