Continúa y acaba la historia de aquellos tres amigos, Manu, Gino y Fabio cuya vida debía poner en cuestión la sabiduría popular: “Honorine había creído siempre que los libros te hacían sabio, inteligente y serio. No que eso te podía llevar a atracar farmacias y gasolineras. Ni a dispararle a la gente.”
Sin ninguna duda, se trata de una gran novela negra, centrada en los tejemanejes de la Mafia y de su expansión y dominio internacional, de sus relaciones con los políticos, las fuerzas del orden y los bancos.
De esa realidad que le hace exclamar a Babette, cuando Montale trata de convencerle de que olvide su trabajo de investigación:
“¿Cómo puede uno vivir feliz si, cada vez que va a algún sitio o que compra algo, es consciente de que la Mafia está dándole por culo? ¿Eh? ¡Y bien hasta el fondo!”
A veces, pese a su “negrura”, parece una novela de amor, una novela psicológica, un canto a la amistad.
Siempre traspasada por un profundo pesimismo:
“- ¿Cuánto vale en muertos la verdad?
- No se puede hacer ese tipo de razonamiento. Son razonamientos perdedores.
- ¡Somos perdedores! –chillé- No cambiaremos nada. Nada.
Volví a pensar […] en aquel libro sobre el Banco Mundial: En ese mundo cerrado que se estaba organizando y del que seríamos excluidos. Del que ya estábamos excluidos. De un lado el Oeste civilizado; del otro, las “clases peligrosas” del Sur, del Tercer Mundo”.
(¿Pesimismo? o ¿realismo?)
Soleá está escrita con una prosa hermosa, cuidada, dura y entrañable a la vez.
Si os animáis con ella, sabed que esta trilogía conviene leerla con orden, desde el principio. En el fondo, no es más que una sola novela en tres episodios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario