¿Los inversores tienen
principios éticos, moral, valores? Parece que algún principio sí. O, al menos,
es lo que creo que Petros Márkaris desvela en “Etica para inversores”.
“Los hombres que maté eran señores feudales
contemporáneos, señor comisario. Controlan a los gobiernos, como los señores
feudales controlaban a los reyes medievales. Entonces los señores feudales
tenían ejércitos. Hoy tienen capitales.” Siempre poniendo en duda si el asesino debe ser castigado y sólo él.
Algo sí que parece nuevo en nuestros tiempos: “En
épocas anteriores, la izquierda representaba el chaleco salvavidas de los
pobres, de los más débiles, de los perseguidos. Ahora la izquierda está muerta
y los pobres debemos aprender a nadar solos, porque no tenemos a nadie que nos
represente ni que defienda nuestros derechos.”
“En los tiempos que corren, los pobres tendrán
que sublevarse ellos solos si quieren ver días mejores. No pueden esperar nada
de nadie, de ningún movimiento popular ni ciudadano, ellos mismos deberán constituirse
en un movimiento de nuevo cuño. Todo lo demás son historias viejas, nostálgicas
y lacrimógenas.”
Kostas Jaritos ha ascendido a comisario y “ejerce” de abuelo. El protagonismo
(que no la investigación) va equilibrando su presencia con la de Zisis Lambros
y su análisis policial con la intuición de su mujer.
Pero, por lo demás, ninguna sorpresa. Decía yo esto de su anterior
novela (“La hora de los hipócritas”): “Nada nuevo en la última de Márkaris.
Pero, es Márkaris en esencia. No sorprende, pero deja el mismo buen sabor de
boca de siempre.”
Me repito. El mismo Márkaris de siempre: clarividente en su análisis
de la situación social griega (exportable, sin duda), comprometido con los más
débiles de sus compatriotas, sencillo, didáctico y con buen estilo. Una vez
más, novela negra de la buena.
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