viernes, 15 de marzo de 2019

Las lágrimas de Claire Jones


No voy a decir que “Las lágrimas de Claire Jones” me haya parecido una novela “redonda”. Hay, para mi gusto, una cierta exageración en la investigación policial, una cierta “aureola” de superwoman en la protagonista, una cierta facilidad (aunque las situaciones sean extremas, en resolver los misterios de la acción.
Pero, lo decía en otra entrada sobre Berna González Harbour, su forma de escribir es adictiva. Uno se engancha y ahí permanece hasta que termina. No he dedicado más de cuatro días a esta novela y no me he dejado ni una coma.
Quizás tenga poco de lo que solemos llamar “novela negra”, y sea, más bien, eso que ahora llaman un “policial”, pero si necesitáis buena literatura, emoción, tensión, … para pasar un fin de semana, unas vacaciones en un lugar tranquilo, unos días de jubilación gozosa, aquí’ tenéis una buena oferta.
La muerte (diversas muertes) recorre toda la novela, pero hay un texto que me ha sonado a lo más parecido que puedo imaginar eso de permanecer por toda la eternidad (o al menos un trozo de eternidad). Es éste, en el momento en que María (la protagonista) se enfrenta al cadáver de Carlos:

“Solo eran los huesos muertos, las arterias sucias y un corazón caduco que no supo hacer bien su trabajo lo que se iba en ese coche, se dijo; la valía de Carlos, sus silencios a veces más poderosos que sus palabras, su retranca, su capacidad de estar cerca sin que se le notara no se iban a ir en ese coche abarrotado de coronas ni iban a estar encerrados en una caja, sino que permanecerían con ella.”

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Cuando la leí me pareció que algunas situaciones estaban cogidas "por los pelos", demasiadas casualidades.
    La volveré a leer cuando llegue el momento de la "jubilación gozosa"

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