No voy a decir que “Las lágrimas de
Claire Jones” me haya parecido una novela “redonda”. Hay, para mi gusto, una
cierta exageración en la investigación policial, una cierta “aureola” de
superwoman en la protagonista, una cierta facilidad (aunque las situaciones
sean extremas, en resolver los misterios de la acción.
Pero, lo decía en otra entrada
sobre Berna González Harbour, su forma de
escribir es adictiva. Uno se engancha y ahí permanece hasta que termina. No he
dedicado más de cuatro días a esta novela y no me he dejado ni una coma.
Quizás tenga poco de lo que solemos
llamar “novela negra”, y sea, más bien, eso que ahora llaman un “policial”,
pero si necesitáis buena literatura, emoción, tensión, … para pasar un fin de
semana, unas vacaciones en un lugar tranquilo, unos días de jubilación gozosa, aquí’
tenéis una buena oferta.
La muerte (diversas muertes) recorre
toda la novela, pero hay un texto que me ha sonado a lo más parecido que puedo
imaginar eso de permanecer por toda la eternidad (o al menos un trozo de
eternidad). Es éste, en el momento en que María (la protagonista) se enfrenta al
cadáver de Carlos:
“Solo
eran los huesos muertos, las arterias sucias y un corazón caduco que no supo
hacer bien su trabajo lo que se iba en ese coche, se dijo; la valía de Carlos,
sus silencios a veces más poderosos que sus palabras, su retranca, su capacidad
de estar cerca sin que se le notara no se iban a ir en ese coche abarrotado de
coronas ni iban a estar encerrados en una caja, sino que permanecerían con
ella.”
Totalmente de acuerdo. Cuando la leí me pareció que algunas situaciones estaban cogidas "por los pelos", demasiadas casualidades.
ResponderEliminarLa volveré a leer cuando llegue el momento de la "jubilación gozosa"