Por supuesto, tratándose de Saramago,
es novela muy bien escrita, con una prosa fluida, sencilla, pero, a veces,
profunda, directa, pero, a veces, sarcástica, llena de buenas aportaciones a la
lírica.
El punto de partida no puede ser más
descabellado: En la Europa del siglo XVI, Juan III de Portugal regaló un
elefante indio a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria. La novela
narra el viaje de ese “regalo” desde Lisboa hasta Viena.
Se lee agradablemente y a veces se
tropieza uno con “sorpresas” muy perspicaces y divertidas. Como:
“El
destino, cuando le da por ahí, es capaz de escribir en líneas torcidas tan bien
como dios, o mejor aún.”
“En
el fondo, hay que reconocer que la historia no es selectiva, también es
discriminatoria, toma de la vida lo que le interesa como material socialmente
aceptado como histórico y desprecia el resto, precisamente donde tal vez se
podría encontrar la verdadera explicación de los hechos, de las cosas, de la
puta realidad. En verdad os diré, en verdad os digo que vale más ser novelista,
ficcionista, mentiroso (que historiador)”