martes, 28 de octubre de 2014

Galveston

“Galveston” de Nic Pizzolatto es una novela dura, con muy poquitas concesiones a los “buenos sentimientos” del lector, y difícilmente clasificable en algunos de los subgéneros de la novela (quede claro que dichas clasificaciones me importan bien poco).
A mi modo de ver tiene dos grandes méritos: el primero es que se lee con suma facilidad. Es una de esas novelas que “vencen al tiempo” y uno seguiría leyendo y seguiría leyendo a ver qué pasa, cómo acaba esto.

El segundo es que en la novela aparece una geografía social y económica muy diferente de la que solemos tener en la cabeza cuando pensamos en EE.UU. No hay ciudad, pero tampoco campo. No hay familia, pero sí su ausencia; no hay arraigo ni a la tierra ni a las costumbres, ni a la comunidad, ni a nada que no sea el propio sobrevivir. No hay triunfo ni fracaso. No hay amor, aunque sí ternura,… La novela no profundiza en nada, pero está llena, “a su pesar” de sentimiento.
Como siempre que puedo, os dejo un pequeño texto en el que el protagonista (la novela está escrita en primera persona) habla de sí mismo estando en la cárcel:
“Cuando leía, me abstraía con las palabras y lo que significaban y perdía la noción del tiempo. Me sorprendió descubrir que existía esa libertad forjada exclusivamente con palabras. Y entonces sentí que muchos años antes se me había escapado algo crucial.

Siempre tuve buenas manos y era capaz de soldar, arreglar cañerías, desmontar un motor, boxear, disparar, pero empecé a comprender que ciertas habilidades tan sólo me habían limitado, me habían convertido en una pieza práctica, funcional. Hasta entonces no lo había entendido de verdad.”

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