Cuando escribo esto ha pasado ya una semana del
nuevo curso. Así que los ánimos estarán más calmados y las susceptibilidades
menos a flor de piel. Porque la verdad es que hablar de nuevo curso desde mi
situación…como que no es muy apropiado.
Sin embargo, en septiembre siempre hay algo de eso.
Es el ambiente que aprieta muy fuerte. ¿Nostalgia? Ninguna.
Comenzar un curso nuevo –recuerdo- traía consigo el
reencuentro con muchos amigos y la construcción de nuevos planes, ilusiones,
deseos para cumplir a lo largo de todo un año. Pero, ¿nostalgia? Ninguna.
Así que me situaré en el tiempo diciendo que ya
hemos pasado la primera semana de septiembre y que el verano aún no ha acabado.
En este tiempo están pasando muchas cosas: el
mundial de baloncesto, el ébola, del que ya poco se habla, el reinicio del
curso político con todo el lío de la forma de elección de los alcaldes, las
marrullerías del clan Pujol, el gran problema del Estado Islámico, …
Pero yo me voy a quedar con un “chascarrillo”. Me
parece gracioso que a un hombre contratado como comentarista (speaker) lo destituyan
por expresar en palabras aquellos deseos que quieren explotar en los
espectadores, precisamente quienes lo han contratado y destituido.

Alguno dirá que son ya una tradición en el mundo del
baloncesto. Pues bien, las tradiciones están para algo es para hacernos saber
quiénes somos, de dónde venimos, y para luego romperlas para empezar a ser más
iguales. Veremos qué pasa con el mundial femenino que está a la vuelta.
“Los Andariegos” fueron un grupo de cantantes
sudamericanos del estilo de aquellos que conocimos y seguimos en los 60-70. Los
he descubierto en una de esas “razias” por la red. A ellos les he oído hoy
cantar: “soy donde voy”.
Claro que hay muchos que prefieren ser de donde
vienen. ¿Tan buena sería su cuna?
Última hora: ¡ánimo Otxartabe!
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