Hoy es mi último día de
este curso de subir a la Escuela. Hoy se acaba mi porcentaje de “trabajo” de este curso. Y éste es el último
curso. Así que se acabó.
La próxima vez iré “de
visita”.
Os dejo con vuestra ligera
envidia y con dos textos:
El primero es de Georges
Moustaki. Moustaki me ha acompañado mucho a lo largo de un montón de años,
desde que yo era un jovenzuelo. Y estuvo en mis clases de francés y en la
introducción a mi estudio sobre la Contracultura, y lo canté, lo silbé y hasta le
dejé envolverme.
Moustaki canta a la
libertad, al amor, a la muerte, al horror de la guerra, a la anarquía, al
mestizaje, a la fusión de las personas, a la vida.
Et ne crains pas que je m’éloigne
Je t'emmènerai avec moi
Revoir les châteaux en Espagne
Que tu bâtissais autrefois.
Je t'emmènerai avec moi
Revoir les châteaux en Espagne
Que tu bâtissais autrefois.
Georges Moustaki (La jeune fille)
(Y no temas que me aleje.
Te llevaré conmigo
para volver a ver los
castillos en el aire
que en otro tiempo
construías)
El segundo texto es de
Gabriel Celaya. Es una mala poesía. ¡Qué bien sienta leer poesía! ¡Y qué bien
descubrir en los poetas, en los maestros, borrones, obras mal hechas! Pero,
durante mucho tiempo he vivido, hemos vivido, mucho más pendientes del fondo
que de la forma. Este poema de Celaya es sencillo y de un calado considerable. Al
fin y al cabo, como él mismo diría, nos queda la palabra: para oírla y decirla,
para pensarla y escribirla, para gritarla y quedarnos en silencia. Para
acercarnos. Para soñar con barcos y con mar, para construirlos
Educar (Gabriel
Celaya)
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca,
hay que medir, pensar, equilibrar,
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas
lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestro propio barco,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera
enarbolada.
Hasta siempre
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