domingo, 6 de noviembre de 2011

Y volver, volver, volver

No me apetece nada ni siquiera pensar en lo que ha significado la vuelta al trabajo para cumplir ese 15%  que debo currar en la Escuela y que he acumulado en dos meses.
De momento me ha sentado mal. Salvo la posibilidad de ver, charlar y echar una pequeña mano en algún caso a quienes fueron mis compañeros –y más- de cursos pasados, salvo eso, que se puede hacer en un ratito o dos, el resto para tirar.
Empecemos por constatar que, cuatro meses después, todavía hoy la vida empieza antes de las 8,30 de la mañana, mucho antes. Luego que las sillas para trabajar son incómodas y atacan a la espalda, que los ordenadores parece que ordenan en vez de obedecer, que en mi casa voy mucho más rápido, que el tiempo es lo que dice un reloj (llevaba 4 meses sin ponérmelo)… Demasiado. ¡Qué le vamos a hacer!  Es la diferencia entre ir a un trabajo con algún sentido o ir a un trabajo porque hay que ganarse el sueldo. El trabajo real, según mi experiencia, es siempre una mezcla de los dos, pero esta vez lo segundo puede con lo primero.
Por otro  lado, como esta semana empiezan las tertulias literarias a las que asisto, me he “tenido que” leer “Silas Marner”, de Georges Elliot. Es una novela inglesa, victoriana, de fines del siglo XIX. Os podéis imaginar la aprensión con la que acudí a sus páginas. Me equivoqué. Es realmente interesante, con una muy aguda percepción de la sicología de los hombres y las mujeres. La historia es muy sencillita, pero el análisis que Elliot construye a partir de ella se lee con gusto y con una sonrisa cómplice, la que alguien pone cuando piensa “ya me parecía a mí que aquí había gato encerrado”. No os voy a decir que la leáis, pero para esos ratos sueltos sin demasiadas complicaciones,…
De todas formas, leed,… que se os va a olvidar.
Nota.- Esta entrada apuntádsela al sábado. No pudo ser porque no tenía Internet

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