Hacía ocho años que había leído una novela de José Ovejero y
la había reseñado en mi blog: “La invención del amor” (en este mismo blog 15 de
julio del 2013). Desde entonces su nombre es como un runrún de esos que te
están diciendo que tienes que leer algo más de él.
Acabo de terminar “Insurrección”. Y lo he hecho con la
sensación de que el runrún tenía razón, de que merecía la pena.
“Insurrección” es una novela densa, dura, amarga y pesimista.
No tengo muy claro que sea pesimista. Al fin y al cabo su final es lo
suficientemente abierto como para que se pueda creer que la insurrección es
posible y tan cerrado como para pensar que no hay nada que hacer. Que el
sistema es mucho sistema y que la insurrección no es más que un bonito sueño
ingenuo-ácrata, que está bien para adolescentes.
“La novela es un testimonio ácido del presente” (Santos Sanz Villanueva, en ElCultural.com del 7 octubre, 2019)
Muestra la vida de una familia, el padre (Aitor) y la madre
(Isabel), que se han separado, y los dos hijos (Luis, de poco más de veinte
años, y Ana, de apenas diecisiete). En el relato a veces prima la perspectiva
de Aitor, que trabaja bajo unas condiciones inestables en la radio, a veces
destaca la de Ana, que ha decidido escaparse y vivir en “El Agujero” (una casa
okupada).
Por una parte, el movimiento okupa. La
protagonista, Ana, de solo 17 años, y otros chicos y chicas, se han recluido en
El Agujero, un Centro Social Okupado. Por otra, el mundo empresarial,
representado por la emisora en la que trabaja Aitor, el padre de Ana.
Están presentes la forma de vida de los okupas, la
arbitrariedad patronal, la fractura de
las relaciones familiares, los desahucios, la marginalidad, la
irresponsabilidad de los medios de comunicación… Las formas de rebelarse contra
el sistema, que todo lo fagocita. La vida entre la sumisión apática y la
insurrección.
Sin olvidar, al menos, esos tres personajes secundarios:
Alfon, el cuarentón-adolescente (¿) revolucionario, Javier, el detective sin
ninguna ética, o Luis, el hermano de Ana, iluso que cree poder cambiarlo todo
desde dentro.