Sandor Marai escribe “La mujer justa”
en forma de tres monólogos, unos para cada uno de los personajes centrales. A través
de ellos va construyendo la historia de una relación ¿amorosa? (no estoy seguro
de que haya amor en ninguna de las relaciones), la que mantiene el hombre con
sus dos esposas.
A veces el texto parece un ensayo
sicológico sobre casi cualquier tema que se os ocurra, sin que la acción se
mueva. Y entonces me ha resultado interesante, sí, pero densa, complicada,
farragosa y hasta aburrida.
Otras veces la poca acción y la
reflexión sobre ella te coge y no te suelta hasta muchas páginas después.
Está muy bien escrita y,
posiblemente, es una gran novela… de esas que tiene su momento, de esas que no
puedes leer en cualquier fase de tu vida.
En lo poco que incide en lo social
hay una aguda y crítica disección del hombre burgués, que resulta muy
interesante.
Os dejo algunas perlitas:
“Nosotras
conocemos la esencia. Ellos conocen los conceptos. A menudo, ambas cosas no
coinciden.”
“Ha
intentado (el hombre) hacerse indiferente a
los sentimientos mediante la razón, que es como intentar convencer con palabras
y argumentos a un paquete de dinamita de que no explote.”
“A las
personas les cuesta mucho hacerse a la idea de que no hay esperanza, de que
están solas, letal y desesperadamente solas. Muy pocos soportan la idea de que
no hay remedio para la soledad de la existencia”.
“Se
avecina un mundo en el que todo el que sea bello será sospechoso. Y todo el que
tenga talento. Y el que tenga carácter. ¿No lo comprende? La belleza será un
insulto y el talento, una provocación. ¡Y el carácter, un atentado! Porque
ahora llegan ellos, saldrán de todas partes cientos de millones de ellos. Y
estarán por todas partes. Los deformes. Los faltos de talento. Los débiles de
carácter. Y arrojarán vitriolo a la belleza, untarán con brea y calumnia el
talento, apuñalarán el carácter en el corazón. Ya están aquí… y serán cada vez
más.”.
Dejadme que empiece a escribir de "Cara de pan" citando a Carlos
Zenón (Carlos Zanón en Babelia 29/09/18):
“Mientras
andas atrapado en la telaraña de Sara Mesa, te preguntas cómo lo hace, de que está
hecha la substancia esa que te adhiere a sus libros, ese alquitrán que te
mancha mientras la lees y luego, horas y días después de cerrar el ejemplar.
Con Cara de pan vuelve a suceder.
El
argumento de Cara de pan son los encuentros, en un parque, entre dos pájaros
con un ala rota: Casi -llamada Cara de pan-, una cría de 13 años que en vez de
ir al Instituto, donde no se adapta, decide esconderse en ese parque, y Viejo,
un cincuentón acicalado fascinado por la ornitología, y por Nina Simone, que un
buen día aparece y se sienta a su lado”
En la novela muchos temas coleando:
- el acoso escolar;
- la Escuela: “Si seguía faltando, el tercer día como muy tarde llamarían a su casa
para preguntar”. Se plantea Casi. Y continúa: “Siempre es así: los profesores persiguen a los alumnos para que vayan a
clase, aunque en el fondo están deseando que falten para trabajar menos y estar
más tranquilos”;
- la educación: Le han dicho que no
se relacione con desconocidos, pero: “Si
nunca se relacionara con desconocidos, piensa, no avanzaría. Un conocido ha sido
previamente un desconocido, esto es así por fuerza: si fuéramos por la vida
negándoles la palabra a quienes no conocemos, jamás conoceríamos a nadie”;
- los padres “buena gente” y
despreocupados;
- la locura y el control
social:“El Viejo tiene un padreabuelo y
estuvo en un manicomio, tiene un pasado raro y oscuro, ha sido rechazado por
una confabulación de policías de la mente que lo encerraron a la fuerza”;
- la relación entre el trabajo y la
riqueza;
- la violencia contra la mujer: “Los hombres no pueden ser amigos de las
niñas, le han dicho siempre, y aún más: es imposible que un viejo se haga amigo
de una niña, El viejo engaña, tiene intenciones ocultas, intenciones sucias.
Esto es lo natural, no lo contrario, y lo que se diga de este viejo en
minúscula es también aplicable al Viejo en mayúscula, al Viejo concreto, a su
Viejo”.
No os adelanto nada del final. Es una
novela corta y se llega muy pronto a él. Si lo hiciera revelaría más de una
cosa importante y os privaría del placer de seguir, con la mosca detrás de la
oreja, el suspense que poco a poco va creciendo.
Sí os adelanto que en estos tiempos
bien puede ser tratada de políticamente incorrecta. Claro que sólo por policías
de la mente.