jueves, 31 de octubre de 2013

Niños de tiza

Mira que me ha costado escribir esta breve reseña sobre la última novela que he leído: "Niños de tiza", de David Torres.
Me puse a leerla por un rebote de mensajes de móvil en la que me la citaba un amigo. Estuve tan apunto de dejarla que insistí con él en si debía seguir leyéndola, cuando ya llevaba 70 páginas. Y, después de acabarla, todavía hay un regusto extraño que me dificulta escribir sobre ella. Pero, me parece que se lo debo y que me lo debo. Así que ahí van mis reflexiones, con la añadidura, esta vez (no suelo hacerlo) de una pequeña introducción tomada de la página lecturalia.com. Si la leéis, os agradeceré que escribáis vuestras impresiones.
“Niños de tiza”, de David Torres, es, a pesar de todo, una buena novela.
“A pesar de todo” quiere decir que yo me he encontrado con dos grandes piedras en el camino de su lectura.
De una parte, el protagonista es tan “extremo” en su personalidad, sus rasgos están tan estilizados, que me resulta difícil identificarme en casi nada con él. Excepto en un par de momentos puntuales, nunca me ha metido en su piel. Lo mismo ocurre con su “entorno vital”: su barrio, mayormente, y sus amigos. Se ven demasiados tópicos. Y no han sido los tópicos en los que viví mi infancia.
Aunque resulta que es impresionante la comunión que logra establecer entre el medio y el personaje. Las relaciones entre ellos (¿quién ha hecho a quién?) están muy bien descritas y fundamentadas. Aparecen una y otra vez, en la realidad cotidiana del barrio y en las alucinaciones del protagonista y nunca pierden fuerza. Hay momentos que literariamente me han parecido muy bonitos, quiero decir, muy bien expresados.
Por otra parte, hay novelas a las que un narrador en primera persona (es decir, que sea el protagonista el que va contando la historia) no le vienen bien. Y ésta, pienso, es una de ellas. No le viene bien porque, inevitablemente, hay un final que nunca será posible (la muerte del protagonista) y, en este caso, ése era el desenlace más lógico y pedido, no sólo por el devenir de la historia, sino también por el pesimismo vital que rezuma la novela.
“A pesar de todo”, creo, es una buena novela. Hay mucha verdad sociológica en su reconstrucción de un barrio periférico de los años 60; hay mucho “encanto” en las líneas que trazan las peripecias de sus compañeros de clase, de otros niños del barrio, de su padre, del cura, de su tía, …; pinta muy bien lo que ha cambiado y lo que no en cerca de 40 años; mantiene un cierto suspense; y podéis encontrar de todo: peleas, sangre, muertes, amor, desamor, celos, nostalgia, sexo, amistad,…

Esto dice “Lecturalia”:


Niños de tiza recupera para la literatura un escenario cercano pero apenas utilizado: el de quienes crecieron en los años finales de la dictadura en los barrios periféricos, entre traficantes de heroína, curas rojos, madres abnegadas y bandas callejeras. Bajo el ropaje de una novela negra y la guía de Roberto Esteban (el inolvidable protagonista de El gran silencio), David Torres pinta por primera vez la Transición en pantalones cortos, un evocador retrato de la nostalgia, el amor y el paraíso perdido de la infancia.”

miércoles, 30 de octubre de 2013

Asesinatos impunes y otras realezas

¿Queda alguien por ahí que aún crea en la inocencia de esa princesa tan trabajadora (de la clase obrera, vamos), tan dedicada a obras sociales y deportivas (ecologista, vamos) tan amante de su familia y tan moderna (que ni siquiera sabe lo que hace su marido, vamos), en resumen tan digna de ser presentada como modelo de mujer moderna?
Menuda caradura, menudos apaños (en el chalet, en la cuenta corriente, en los viajecitos y hasta en las fiestas infantiles de sus hijos), menuda imagen falsificada.
Claro que tiene, sigue teniendo, a la Fiscalía (¿intervendrá de oficio en la mina leonesa?) para creerla. ¡País!
- Felices aquellos tiempos de la guillotina. Sí de la guillotina – me dice una vocecita dentro.
- Claro que estaremos hablando en metáfora, ¿no? La abolición de la pena de muerte, y todo eso… ¿qué?. ¿No vale para la realeza? – responde mi Razón.
- Seré magnánimo. Voy a cambiar lo de la guillotina por un digno trabajo para él (por ejemplo, en la mina, en esa que acaban de castigar con seis asesinatos), un empleo con futuro para ella (por ejemplo, la limpieza de un par de casas a la semana) y un piso digno de sesenta metros cuadrados, interior, dos habitaciones y 600 euros de alquiler al mes. Así podrán rehacer su vida, regenerarse y ser felices. Además, de paso, se encargarán de la educación de sus hijos.
Mi vocecita y mi Razón se han puesto de acuerdo. El mundo en el que vivimos seguirá las directrices de la Fiscalía.

Y, aunque sin nada que ver con lo escrito, incluyo en una página nueva un relato con el tema de los asesinatos impunes como asunto.

domingo, 27 de octubre de 2013

Otra miscelánea

Miscelánea, creo, significa mezcolanza. Así que ahí van unas cuantas cosillas unidas sin demasiado orden.
Comencemos por el basket; quizás mejor, por el Bilbao Basket. Ojalá a final de temporada tenga que desdecirme, pero a día de hoy, me parece que los hinchas os (nos) espera un año durito. Llevan sólo tres partidos de ACB, los tres perdidos, y las formas de perderlos no invitan a demasiados sueños. ¿De nuevo se han equivocado de míster? Éste no va por buen camino: las viejas glorias sólo pueden estar ahí para ayudar al parto de un equipo mucho más joven y competitivo y, de momento, no dejan jugar. Sus altas valoraciones no significan nada a nivel de equipo.
Pero, lo que es peor: los aficionados vamos a convivir con un equipo, otro más, cuya filosofía es la de que gana aquel equipo a quien le meten un punto menos, no el que mete uno más.
Esta semana pasada ha habido dos pensamientos que no han hecho más que darme vueltas por la cabeza: uno de ellos se centraba en la de huecos de ignorancia que no han cubierto (no cubren) tantos años de escuela (como alumno, no como profe): ¿cuándo se cogen las calabazas? – hay quien dice que cuando se seca “el rabo”, pero, ¿cuál de ellos? -; ¿qué setas son comestibles? Ya entiendo que éstas son preguntas de jubileta, pero ¿por qué las enseñanzas de la escuela no llegan hasta la “edad de oro”. Fijaros: “oro” es cuando se tiene tanto tiempo que el problema está en las calabazas (no metafóricas) y en la búsqueda de hongos.


El otro pensamiento venía motivado por las movilizaciones en la “privada-concertada”. Está casi todo dicho. Lo que quiero que tengáis bien claro, muy claro, que eso de que “cuando el PP deje el gobierno, lo primero que haremos será derogar esta ley (de educación)” es una pose. No lo harán. Harán lo que les de la gana. Y, posiblemente, tratarán de aprovecharse de lo peor de esta (y de las anteriores) ley. Porque el asunto de las calabazas y de las setas sería capaz de cambiar el estilo de ciudadano a construir entre todos. Y eso no pasa por el partido. Nunca ha pasado por el partido, por ningún partido.
Acabando, con el fin de esta semana empieza otra. Tan corta como la anterior, pero plagada de cumpleaños: mi hermana, mi sobrina, una amiga que sigue mi blog,… y el profe de informática. No os olvidéis de él porque parte de la culpa de que podáis leer esta entrada la tiene él.

Para aprovechar el tema, la semana siguiente será el momento de uno de los pocos profes que conozco que se dedican a lo de las calabazas en un centro escolar y dentro de su horario escolar.

domingo, 20 de octubre de 2013

Herejes


¡Pasen y lean, señoras y señores! Quizás éste debería ser el único comentario de un servidor. Pero,…
No sé si “Herejes” es lo mejor que he leído de Padura. “La neblina del ayer” era tan buena… Y “Máscaras” y “Adiós, Hemingway”, y…
“Herejes, cuando menos, es la más impresionante. Impresionan sus 500 páginas de belleza, de rico lenguaje, de composición, de paisajes, de “historia comparada”; impresiona su estructuración, y, sobre todo, quizás, el trabajo inmenso de investigación histórica, al servicio siempre de su novela.
Por momentos, parece ésta una historia salida de la necesidad de redactar de forma diferente, novelada, la tesina de una carrera universitaria de cinco años de duración: “la herejía como camino histórico de la libertad”.
Y, dicho esto, sólo me quedan dos apuntes.
Con la novela, regalaban una obrita (por lo cortita que es, aunque su valor no creo que admita diminutivos) de Leonardo Padura titulada “La libertad como herejía”. Pues, si la encontráis, no dejéis de leerla.
De ella saco estas afirmaciones de L. Padura:
“[…] Las páginas se irían acumulando en busca de una constatación dolorosa: la dosis de herejía que, en distintas sociedades, momentos históricos y vidas individuales, podían revestir la pretensión de poner en práctica un libre ejercicio del albedrío individual, o sea, el natural deseo de ejercitar la libertad.
La idea de los riesgos y consecuencias a que puede llevarnos la pretensión de ejercer nuestra libertad individual era una obsesión que me perseguía desde hacía varios años, creo que como a cualquier persona que haya vivido la mayor parte de la existencia en un país de sistema socialista donde se habla mucho de la “masa” o del “pueblo” y muy poco del individuo”
La obrita casi termina con estas palabras:
“Partiendo de las realidades históricas y vividas en las que hurgué hasta el fondo del abismo humano, traté de construir unos personajes literarios, reales o ficticios, a través de cuyas aspiraciones, vivencias, historias y frustraciones, por medio de la dramatización de sus actos y decisiones heréticos, pudieran hacerse patentes y cercanas mi ambición literaria y mi idea filosófica o humanista en torno a la necesidad y, más aún, el derecho, de la libre elección del hombre en la sociedad”

Y, como muchas otras más veces, pero esta vez con toda mi admiración “literaria” por L.P., os trascribo algunos textos breves (sólo unos pocos) de la novela para que, quienes no tengáis la suerte de leerla, paséis, al menos un poco de envidia:
“Definitivamente (él, Conde) debía empezar a considerar un cambio de actividad laboral. Pero, ¿cómo coño podía ganarse la vida de una forma más o menos decente un inútil como él, negado por lo demás a buscar un trabajo en el cual tuviera que invertir ocho horas de cada día para a fin de mes ganar los cuatrocientos o quinientos pesos insuficientes para sostenerse? El panorama individual de Conde resultaba tan sombrío como el colectivo del país y cada vez se sentía más preocupado”.
“Muy pronto los rabinos comenzaron a dedicar horas de sus plegarias del sábado, el día en que cada judío debía festejar la Libertad como bien y derecho de la criatura creada a imagen y semejanza del Señor, para advertir a la grey sobre los modos en que los fieles debían entender y practicar aquella libertad. Dispuestos a controlar los actos de libertinaje propiciadores de la herejía, incluso las acciones o simples pensamientos que iban más allá de la libertad concedida por la Ley y administrada por sus vigilantes, los rabinos y líderes de la comunidad [...] alentaban el miedo, seguían procesos y aplicaban condenas […] Como siempre había sido y sería en la historia humana, alguien decidía qué era la libertad y cuánto de ella les correspondía a los individuos a los que ese poder reprimía o cuidaba. Incluso en tierras de libertad.”
“Conde conocía un método inmejorable para esperar el paso de la tormenta veraniega: se llenaba la barriga con lo primero que encontraba, se dejaba caer en la cama, abría una asmática novela de un poeta cubano siempre a mano para aquellas coyunturas, leía una página sin entender un carajo y, al recibir aquella patada en el cerebro, arrebujado en el ruido de la lluvia, se dormía como un niño acabado de mamar.”

Y nada más. En cuanto podáis, poneos a leer.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Parada del tiempo



En octubre la velocidad a la que pasa el tiempo parece ralentizarse, su marcha parece casi detenerse.
El mes anterior todo ha sido novedad: el silencio de las calles, la ausencia (y confinamiento) de los niños, la nueva prisa de los transeúntes, la caída de las primeras hojas, el caudal del río, los primeros frescos fríos, el acortamiento de los días, las preocupaciones renovadas por lo mismo de siempre, las tiendas tranquilizadas, las terrazas abandonadas, el rumor del trabajo recomenzado, los ecos de la misma política, las cabezas cabizbajas,…
Y ahora, en octubre, la novedad se ha ido, se ha impuesto ya esa nueva rutina y parece que el tiempo no pasa. Si no fuera porque de vez en cuando vuelves la vista atrás y lo que te parecía que fue ayer se convierte en un “si ya hace casi un mes”…  de aquel paseo que dimos, de aquel partido que vimos, de aquella cena que compartimos, de aquel encuentro con los vecinos, del abrazo con los amigos, de los últimos baños, de la visita al arenal cercano, del triunfo de tal equipo,… de la última vez que presté atención a mi blog.

Y para que el tiempo se me pare un poco más, coincide una novela de 500 páginas. Pero, ¡qué novela! No puedo esperar a terminarla. Os tengo que poner en su pista desde ya. No os voy a decir que dejéis todo lo que tengáis entre manos, pero ponedla en el lugar de la próxima, la primera sin falta. “Herejes”, de Leonardo Padura aún no ocupa los primeros puestos en ninguno de los rankings de los libros más vendidos (que yo sepa). Me imagino que esta vez la magnitud de la  novela está ralentizando el boca a boca.
Os puedo decir que llevo un par de días tratando de recordar si este año (no curso), 2013, he leído algo mejor. Y no recuerdo nada. De cualquier forma, vosotros rebajad mi entusiasmo porque ya sabéis que soy un fan de Padura.

Va a ser un otoño largo. Mankell y Murakami también han publicado.

domingo, 6 de octubre de 2013

Reencarnación

¿Conoce alguien una posibilidad mejor de reencarnación?



Pues si la conoce, que sea generoso y la comparta con los demás.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Nuevo cuentito

Abro página para comunicaros que tenéis a vuestra disposición un nuevo "cuento" breve: ¿echamos un tute?.
Lo he colocado como una página nueva.
Y para que la entrada no sea tan "seca" un par de fotos de la ruta del vino recorrida anteayer. Las fotos son de Jon, uno de los senderistas.

Hasta allá arriba subimos

Ya casi hemos llegado al punto más alto

martes, 1 de octubre de 2013

Día agridulce

Ayer fue un día agridulce, Dulce porque 52 “mayores” estuvimos haciendo senderismo entre Briones y San Asensio. En La Rioja hacía un tiempo espléndido y el paseo estuvo muy bien. Que, además, terminó en comida en Haro. Frugal…, no desmadremos el pensamiento.

Briones desde el Museo del Vino. Acuarela de Pili
Fue “agrio” porque a la vuelta, en el autobús, con el que estaba a mi lado, salieron, en triste conversación, corruptelas (ya sabéis: Bárcenas y todos esos”) descreencia absoluta en los políticos (“todos son igual”: Aznar y Felipe, Rajoy y Rubalcaba), desilusión infinita en la política (“¿qué sistema hemos montado?, ¿quién lo puede cambiar?, ¿cómo?”; “yo ya no voto desde hace…”;) y, por debajo de todo eso, la enorme preocupación por los que lo están pasando mal, muy mal, que ayer se concretaba en “¿qué va a pasar con los parados mayores de 50?”. Y hablamos de algún conocido sin trabajo ni esperanza, sin prestaciones ya, viviendo de los padres.
La llegada a casa me trajo dos noticias del día. La primera hablaba de las subidas de las pensiones. Para quienes no tienen nada, para quienes ven amenazado su sueldo por cercanas rebajas, cualquier subida parece un pastel. Los que tenemos una pensión hacemos números. Yo percibo la pensión más alta (¡ojo!, sé muy bien que estoy en el tope de las “pensiones contributivas”, pero Felipe, es un ejemplo, no ha comprado una finca con los ahorros de su “pensión contributiva”). Me van a subir 5 (sí 5) euros al mes. O sea, el que más va a ver aumentar su pensión, va a recibir 5 euros más al mes. 70 al año. Comprenderéis que, visto desde este lado, el comentario más unánime ha sido el de “que se lo metan por…”

La segunda noticia decía que las subvenciones a los partidos se elevan un 27%  ( un total de 52,7 millones de euros, de los cuales, casi la mitad, 24,5 millones, corresponden al PP). ¿Será para seguir alimentando la increencia?