domingo, 2 de junio de 2013

Diferencias e igualdades

Escribo esto en la mañana del sábado y no lo subiré a mi blog hasta el domingo. Es el tributo que debo pagar al hecho de tener una conexión con Internet sumamente precaria.
Esta semana la prensa ha traído una noticia que daba cuenta de un estudio sociológico dirigido por Javier Elzo. Él fue profesor mío en la uni y fue quien me dio las primeras pistas para estudiar el tema de la Contracultura. Yo lo tengo por un sociólogo interesante, que no dice las cosas por decir, sino basándose en estudios científicos bien hechos.
Advertía de que los datos con los que contaba no eran absolutamente determinantes, pero apuntaban a un rebrote de la discriminación femenina entre nuestros adolescentes.
Esto sí que es fracaso escolar. Mucho más que los suspendidos en lengua o mates. Claro que se me todo ese rollo de la familia, la sociedad, los medios,… que, además, es cierto. Pero si la escuela no consigue rebajar los índices de discriminación, hasta erradicarla, ¿quién lo va a hacer?
Ayer por la tarde, mientras tomábamos un zurito en un bar, en la televisión se podía ver una corrida de toros. Le presté muy poca atención. A mí los toros no me gustan, me aburren y no entiendo nada, pero es lo mismo que le pasa a mucha gente con el teatro que voy a ver, las novelas que leo o la música que escucho.
Así que yo, en contrapartida, he procurado no tomar partido por nadie en este asunto. Pero, de repente, la “última suerte”, cuando el torero se preparaba para meter la espada en el toro, me hizo colgarme de la imagen. ¡Dios mío, qué salvajada!. Al pobre bicho aquel le metieron una estocada hasta la mismísima empuñadura y con ella dentro de su cuerpo estuvo durante ¿5? ¿8? Minutos. Entonces se la sacaron y todavía 2 ó 3 minutos más tarde el torero le dio, por dos veces, el descabello. Al final el toro cayó muerto, supongo. El cámara no se regodeó, pero sí tomó algunos primeros planos del animal y de su testuz. ¡Horroroso!

Pero menos horroroso (es lo que yo creo) que las declaraciones de Luis María Linde, gobernador del Banco de España, que pretende que haya trabajadores que no lleguen a ganar ni el salario mínimo. ¡Qué grandísimo sinvergüenza! (por no mentar a su madre). Entre junio y diciembre del 2012 su sueldo fue de 81.320 euros (estoy totalmente seguro de que ésta no fue más que una parte de sus ingresos), lo que da 2 millones de “las antiguas pesetas” al mes. El salario mínimo está en 645 euros por 14 pagas (no llega a 9.000 al año). Luego, llegarán informes que digan que la esclavitud no era todo lo mala que se decía y que hay quienes prefieren ser esclavos a no tener ningún trabajo. Cómo me acuerdo de aquel otro profe (Rafa Belda) que nos decía, desde una gran y tímida sonrisa picarona: “No, si yo no veo mal que haya pobres y ricos. A mí lo que no acaba de gustarme es que siempre sean los mismos. Si, al menos, cambiáramos de vez en cuando”

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